Esto es lo que somos
“Fast & Furious” se
encargó de resucitar una franquicia que ya parecía haber quemado su cuentakilómetros
en su primera entrega a base de realizar un inteligente giro de la trama hacia
el thriller de acción pero sin renunciar a algunas de las constantes que habían
definido la saga, abriendo nuevas líneas argumentales y sin renunciar nunca al
ritmo frenético de sus escenas de acción a todo gas. El quinto episodio de la
historia venía a confirmar la buena senda emprendida por su predecesora en la
que sigue siendo su mejor secuela, un hit de acción duro que a día de hoy sigue
poseyendo una de las escenas y uno de los escenarios cinematográficos más potentes
de los últimos años.
Esta sexta entrega funciona
a la vez como cierre de una segunda trilogía, y casi de la sextología completa,
y como comienzo de una nueva era. Hay algo de nostalgia en ella: sus créditos
iniciales rememoran todos los capítulos precedentes; en su argumento se da
solución a cabos sueltos presentes en la saga; vuelve a la cultura del tunning,
a las chichas explosivas, la música cañera y los coches; y trata de cerrar
algunas de las vías abiertas por esta segunda trilogía. Y simultáneamente no
sólo se permite el lujo de adelantar lo que vendrá en la más que previsible
séptima entrega en su escena pre-créditos, sino que reformula el estilo de sus
escenas de acción y las transforma en una versión pasada de esteroides de las
más estrafalarias e increíbles aventuras de James Bond. Unas escenas en las que
todo es totalmente posible, incluso ver a Vin Diesel coger a una persona como
si del mismísimo Superman se tratase.
Y, a pesar de que su
guión haga aguas en algunos momentos, de que en esencia sea bastante inferior a
la cuarta y la quinta juntas, de que sus escenas de acción puedan resultar bastante
inverosímiles -y no sólo las de acción, que cuesta encajar, por ejemplo, el avance de la relación entre Diesel y Rodríguez, y la [SPOILER] pérdida de memoria [SPOILER] de esta- y que las nocturnas estén filmadas con la claridad de un topo –reconozco
que acabé perdiéndome en la escena final del avión-, es curioso cómo el conjunto funciona
como un enorme entretenimiento mainstream
que no busca otra cosa que poner a la segunda trilogía el broche de adrenalina justa
pero desfasada. Porque si Toretto y los suyos tienen claro que su modelo de
negocio se basa en la familia, que lo suyo es la calle y eso es lo que son, la
película es plenamente consciente de su condición de divertimento. Sólo
esperemos que para la siguiente el guión esté a la altura de las
circunstancias.
A
favor: la escena con el tanque, y que da el
entretenimiento justo que se espera de ella
En
contra: la imposibilidad de sus escenas de acción, un guión
algo endeble, las escenas nocturnas, especialmente la del avión
Calificación: **1/2
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