Mirando
al abismo existencial
Dos
amigos con serios problemas de inmadurez que huyen, literalmente, de sus vidas
durante una semana inolvidable. Un jubilado que debe afrontar su futuro sin la
compañía de los suyos. Un profesor de instituto que verá su vida alterada por
unas elecciones estudiantiles y por una alumna tremendamente ambiciosa. Desde
sus comienzos, Alexander Payne se ha erigido como analista del ser humano
llevado al borde de un precipicio existencial. Sus personajes miran a un abismo
y se ven forzados a modificar su conducta de vida, a psicoanalizarse y tomar
las riendas de su existencia y la de las personas que les rodean.
En “Los descendientes”,
esta mirada al profundo abismo se centra en Matt King, un abogado demasiado
ocupado para hacerse cargo de su familia que ahora debe lidiar con dos hijas a
las que apenas conoce desde que su esposa, que no es tan buena como él pensaba,
ha caído en coma. Dos vástagos que llevan a su manera el peso de la ausencia de
su madre. Por si fuera poco, se encuentra en medio de una batalla legal por
unas tierras que han pertenecido a su familia desde hace generaciones, y debe
comunicar a toda su familia una fatal noticia: si desconectar a su esposa de
los tubos que la mantienen con vida o si potenciar la distanasia alargándola
innecesariamente.
Payne lo ha vuelto a
hacer. Ha vuelto a poner a sus personajes al límite, y ha vuelto a sacarse de
la manga una película brillantemente escrita y no menos mejor realizada. El
director consigue que parezca fácil lo que en realidad es tremendamente
complicado, combinando a la perfección comedia y drama y relatando con aparente
sencillez una historia repleta de matices. En definitiva, se ha currado una de
las mejores películas de la temporada de premios.
Un film que, gracias a
su formidable elenco de actores, pasa de ser una cinta buena a una magistral.
De George Clooney se dice con cada nuevo trabajo que es la interpretación de su
carrera. Yo no llegaré a tanto, pero al actor se le nota cada vez más maduro
con cada nuevo film, y su contenida interpretación –contenida cuando debe,
cuando no estalla- es digna de todas las menciones posibles. Como lo son
también las de sus compañeros de reparto, capitaneados por todo un
descubrimiento, Shailene Woodley, todo un prodigio de chica ante la cámara, y
mucho más que una actriz secundaria –roba planos incluso al protagonista-.
“Los descendientes” no
llega a ser perfecta, pero más que nada por comparación con las anteriores de
su realizador, y porque no me ha maravillado tanto como otras de esta carrera
de premios. Aunque esto dependerá de cómo atrape a cada uno de nosotros. Pero
estamos ante una excelente película altamente recomendable, que tiene en las
relaciones paterno-filiales, plasmada a través de una familia que parece más un
archipiélago de islas que un continente unido, en el peso de la descendencia y
el legado, su leit motiv. Y, por si fuera poco, ofrece una imagen de Hawái
alejada de las postales paradisíacas. Todo obra de un cineasta, y guionista,
que comienza a ser imprescindible. Un crítico americano dijo que el mejor
cumplido que conoce para Alexander Payne no es compararle con Billy Wilder o
Jean Renoir, sino con el tipo que dirigió “Entre copas”. Dicho esto, sobran más
palabras.
A
favor: el guión, George Clooney, Shailene Woodley, el buen
uso de Hawái más allá de las postales…
En
contra: Poco, salvo que no llega a maravillar; pero esto dependerá
de cómo la acoja cada uno
Valoración: ****
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