Despedimos este especial 2011 en 11 Fotogramas precisamente con despedidas, las que el séptimo arte se vio obligado a dar a algunos profesionales. Un año que también trajo polémicas, y una profunda sensación de nostalgia en muchos filmes imprescindibles. Hasta el año que viene.
Cualquier
tiempo pasado siempre fue mejor
2011 ha supuesto un año
tremendamente nostálgico. Diversas producciones han echado la vista atrás y han
tratado de recuperar la esencia de los filmes del pasado, cayendo todos en el
mismo error: la época que tratan de recuperar ha pasado ya a mejor vida, y
cualquier intento se quedará en eso, intenso, incapaz de recuperar del todo el
aroma que desprendían las películas que pretenden homenajear. Cuatro cintas han
sido clave en esto del revival cinematográfico, cuatro ejemplos de películas
que rozaron la gloria del pasado.
- Super 8: JJ Abrams
lograba con esta modesta producción de 50 millones de dólares emular al
mismísimo Spielberg, que ejercía labores de producción en el que es, hasta
ahora, el proyecto más personal del otrora creador de “Lost”. “Super 8”
recuperaba la esencia de “Los Goonies”, Gremlins”, “E.T.” y, en definitiva, de
todas las producciones spielbergianas de los 80. Su mismo cartel, realizado al
más puro estilo Drew Struzan –artífice de los clásicos carteles de Indiana
Jones y “Regreso al futuro”, entre otros-, era una declaración de intenciones.
Pero también su atmósfera, su banda sonora –obra del genial Michael Giacchino-
y unos actores jóvenes con una camaradería Goonie inigualable, descubriendo a una joya, Elle Fanning. Encima se
convirtió en todo un taquillazo del verano. Por cierto, otro cartel, el de
“Capitán América”, echaba un vistazo a los años 50.
- Insidious: James Wan
y Leigh Whannell, creadores de la saga “Saw”, daban el campanazo con este
cuento de terror que, en su primera hora, era un modélico film de miedo con
pocos recursos pero muy efectivos, y en su último acto se erigía como un cirque
du freak, una parada de los monstruos con aroma a Grand Guignol que remitía
directamente al terror de los 80, una casa del terror que le valió el rechazo
de buena parte de los espectadores, pero la admiración de otro buen grupo,
entre los que me incluyo. Eso sí, el éxito de taquilla fue monumental. No estaba sola. El proyecto de M. Night Shyamalan,
“Devil (La trampa del mal)”, aunque previsible, era una reivindicación sin
pretensiones del terror televisivo de la década.
- Drive: pasó algo
desapercibida por las salas, pero la crítica se enamoró de ella y poco a poco
los que la han ido descubriendo la han catapultado a la categoría de film de
culto. “Drive” es puro cine duro y violento de los 80, un film elegante y
sorprendente que recuerda a “Vivir y morir en L.A.”, Risky Business” o el cine
de Jean Pierre Melville, Michael Mann y Walter Hill. Su protagonista es un Ryan
O’Neal o un James Caan pasadísimo de rosca, con chupa de cuero, botines y
palillo, con el inmutable rostro de un grandísimo Ryan Gosling, al que
acompañaron la dulce Carey Mulligan y un Albert Brooks enorme por alejarse de
sus papeles cómicos habituales. Imprescindible.
- The Artist: el triple
salto mortal lo daba el francés Michael Hazanavicius con esta peculiar
propuesta, que va más allá del simple homenaje al cine mudo de comienzos del
siblo XX. Porque “The Artist” es muda y está rodada en blanco y negro, y a
pesar de eso conquistó a la crítica y al público, hasta el punto de que avanza
imparable hacia los Oscar. A Jean Dujardin, su protagonista, le llueven
elogios, y su banda sonora, dirección artística y fotografía, entre otras
grandes proezas, no se quedan atrás. Para quienes opinen que el cine mudo ya no
tiene cabida en el cine moderno.
El
árbol de la polémica
Icon Productions y
Summit Entertainment comenzaban una batalla legal a finales de 2010 que acabó ganando
esta última. Icon se comprometía a estrenar “El árbol de la vida”, la
mastodóntica y ambiciosa producción de Terrence Malick, en el Reino Unido antes
de su presentación en el Festival de Cannes. No sucedió así, y tras años de
retraso en su estreno, Icon sospechó que Summit no había entregado una copia
completa del film, sino una versión no aprobada ni por su productor, ni por su
estrella principal, Brad Pitt, ni por el director de la cinta. De hecho se
especuló que los derechos de este último habían sido directamente eliminados
del contrato.
Batallas legales
aparte, lo cierto es que “El árbol de la vida” pasaba triunfalmente por Cannes,
llevándose la Palma de Oro a mejor película. Y volvió la polémica. El público,
la prensa y la crítica especializada se dividían entre abucheos y admiración.
La razón se entiende perfectamente una vez “aguantas” sus casi 135 minutos de
duración. Una película densa, con una narrativa nada convencional, como si
Malick estuviera hasta arriba de LSD, sin dejar claro su mensaje, dirían sus
detractores. Un poema en imágenes, un viaje por la historia del universo dotado
de poderosísimas imágenes, un canto a la vida imbuido de misticismo y mucha
cosmogonía para sus defensores. En definitiva, una película para amar u odiar,
una especie de “2001” de nuestro tiempo destinada a no pasar inadvertida para
la historia del cine. Cine de culto al que el tiempo le dará la razón.
En España ocurría algo
parecido. Fue número uno de la taquilla a pesar de sus pocas copias y sus
escasas opciones, seguramente gracias a la presencia de Pitt en el reparto.
Muchos no aguantaron su metraje y abandonaron la proyección a menos de la mitad
de la película, y los abucheos superaban a los buenos comentarios. Internautas
y espectadores indignados, sintiéndose estafados por el tráiler y el renombre
de la película. Pero una cosa clara: la falta de criterio a la hora de elegir
de algunos, ignorando dónde se metían.
La propuesta de Malick
no fue la única ampolla levantada de 2011. A la tan cacareada ceremonia de los
Goya, con la ex ministra Sinde y el ex presidente de la Academia Álex de la
Iglesia en plena batalla de ideales, aguantando el chaparrón de los chistes
sobre las descargas de Buenafuente durante la ceremonia, se unía la decisión de
la Academia española de no nominar a niños menores de 16 años, tras la victoria
como revelación de Marina Comas y Francesc Colomer.
El estreno de
“Encontrarás dragones”, la lujosa película de Roland Joffé que hablaba sobre el
fundador del Opus Dei, José María Escrivá de Balaguer. Fue un éxito en su
estreno en España, pero rápidamente cayó en el olvido, no sin antes de generar
una acalorada polémica. Mientras los sectores más religiosos acudían en masa a
los cines en su estreno para apoyarla, y le hacían publicidad a través de las
redes sociales, los detractores la vapuleaban sin ni siquiera haberla visto.
Una vez más, las opiniones prefabricadas afectaron al arte.
Como también se vio
censurado, literalmente hablando, el arte cuando “A Serbian Film” era
proclamada película no deseada por un juez de Barcelona, acusándola de hacer
apología de la pederastia. La cosa fue mucho más allá cuando fue imputado el
director del Festival de Sitges, Ángel Sala, por un delito de exhibición de
pornografía infantil por permitirla en la programación del festival en 2010.
Los directores de los festivales de mayor renombre de nuestro país manifestaron
su apoyo a Sala en un comunicado, y el escritor, crítico y guionista español
comparecía en los juzgados en mayo aportando el making of del film, donde puede
verse que se usaron muñecos y no menores reales como se denunciaba. Y todo a
pesar de que el festival programó la película en un único pase de medianoche
donde se advertía de la dureza de su contenido. Y, paradójicamente, solo en
España parecía haber polémica, pues la cinta había triunfado en diversos
festivales internacionales.
Una de las últimas
polémicas del año vino de la mano de Meryl Streep, o más bien de la película
“The Iron Lady”, considerada por los amigos de la ex primera ministra
conservadora un insulto hacia su persona. Y es que a este retrato de una
anciana solitaria afectada de demencia se le ha acusado, nada más y nada menos,
que de “fantasía izquierdista”. Por supuesto, la opinión sobre la película
estará condicionada por la actitud hacia su figura central. Pero sea como
fuere, nadie niega de la interpretación de la Streep, que consigue calcar la
entonación, la sonrisa, las posturas y el carácter de una mujer que gobernó
durante una década con mano de hierro el destino de muchos.
No podía acabar esta
entrada tan polémica sin un beso y un baile entre dos titanes de la
interpretación. Así sellaban Josh Brolin y Javier Bardem (JB & JB, para más
señas) su respeto mutuo durante la ceremonia de los Oscar, momento que las
cámaras de la ABC no captaron, pero que circuló por Internet al instante. La
omisión del beso por televisión fue tomada como homófoba, y la cadena acabó
explicando que no se encontraba en el guión, y que les pilló desprevenidos
mientras enfocaban a la sonriente Penélope Cruz en el público, como estaba
planeado.
Los
que nos dejaron
No puede acabar ningún
especial anual sin hablar de todos esos profesionales del séptimo arte que no
nos dejaron exactamente, pues su trabajo perdurará en el tiempo, pero sin cuyas
películas dejaremos de disfrutar en el futuro.
El año comenzaba con
una triste noticia. El 2 de enero fallecía un actor impagable, esos de los que
llenaban la pantalla con cada aparición. El gigantesco Pete Postlethwaite nos
decía adiós a los 64 años de edad víctima de cáncer con casi un centenar de
títulos a sus espaldas. El mismo día, la mítica Anne Francis, protagonista del
clásico “Planeta prohibido”, fallecía también de cáncer a los 80 años, con una
carrera mucho más dilatada (más de 150 trabajos).
España se vestiría de
luto durante los tres primeros meses del año, cuando tocaba despedir como
merecen a dos grandes, Florinda Chico y Juanito Navarro, dos de los mejores
exponentes del humor de posguerra en nuestro país. Pero más chocante fue
levantarse con la noticia de que Paco Maestre y José Conde fallecían sin haber
llegado a los 60, y sin que nadie se lo esperara. Ambos casos tuvieron enorme
repercusión mediática: el primero sufría un infarto mientras rodaba la serie “Amar
en tiempos revueltos”, y el segundo fue encontrado muerto en un edificio
abandonado, tras llevar un mes desaparecido y bajo tratamiento psiquiátrico.
También fue inesperada
la pérdida de Andy Whitfield, de 39 años, protagonista de la exitosa serie “Spartacus”,
a causa de un linfoma, y del hijo de Anthony Quinn, Francesco, que sucumbía a
un paro cardíaco a los 48 años mientras jugaba con su hijo pequeño.
Sin embargo, 2011 será
recordado como el año en que los ojos del celuloide se apagaron para siempre,
dejando una estrella menos en el firmamento. Elizabeth Taylor, más que una
actriz, se despedía dulcemente mientras dormía de todos nosotros a los 79 años,
dejando atrás un legado que comprende algunas de las interpretaciones más
sublimes de la historia del cine. Unos pocos días después, uno de los mejores
directores de la historia, y espléndido a la hora de exprimir a sus actores,
nos obligaba a revisar toda su obra, donde figuran películas tan mastodónticas
como “Doce hombres sin piedad”, “Serpico”, la imprescindible “Network” o “Antes
que el diablo sepa que has muerto”, con la que demostró seguir en plena forma.
Por supuesto, hablamos de Sidney Lumet, con el que se fueron algunas de las
mejores interpretaciones de la historia, el mejor cine protesta, y la mayor de
las vitalidades.
Steve Jobs, ese genio
gracias al cual la animación por ordenador es como la conocemos hoy en día, ese
talento que creó Apple e impulsó Pixar, el hombre cuya muerte lloraron millones
de personas en el mundo, el hombre que movilizó a artistas y usuarios de redes
sociales en pocas horas. Gracias por tu incalculable trabajo, y gracias también
a John Barry, el hombre que compuso la sintonía característica de “007”, además
de las bandas sonoras de más de 100 obras como “Nacida libre”, “Bailando con
lobos” y “Memorias de África”, todas ellas composiciones absolutamente míticas.
La cosa no acaba aquí.
Un icono televisivo, Colombo, o lo que es lo mismo, Peter Falk, colgaba
definitivamente su gabardina a comienzos del verano, y con él se fue uno de los
fetiches de John Cassavetes, un actor impagable al que debemos mucho más que el
haber dado vida al despistado detective.
También se nos fueron
John Neville, el Barón de Munchausen y el Hombre de las Uñas Perfectas de “Expediente
X”; el clásico Alfred de las cuatro primeras entregas de “Batman”, Michael
Gough; la malograda protagonista de “El último tanto en París”, Maria
Schneider; la musa del realizador de culto Ed Wood, Dolores Fuller; el tío de
Peter Parker en el “Spiderman” de Sam Raimi, Cliff Robertson; el director de
clásicos como “Bullit”, Peter Yates; un icónico secundario, habitual de
Jonathan Demme, Charles Napier; el amigo de Travolta en Grease, Jeff Conaway;
todo un prodigio de la interpretación y el doblaje en nuestro país, el
irremplazable Jordi Dauder; y la queridísima María Isbert, entrañable,
divertida, totalmente llena de vida. Y, cómo no, Chita, la mascota de Tarzán,
cuya longevidad fue siempre puesta en duda. Es más, su muerte fue tomada como
broma al salir el Día de los Inocentes.
Y pido disculpas si me
olvido de alguno. Por si acaso, aquí va este vídeo homenaje, donde también están presentes otras celebridades ajenas al cine. Descansen en paz.
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