Cine noir y marihuana
Paul Thomas Anderson planteaba
en “The Master” la búsqueda existencial en la América de los años 50. En
los años 60, dicha búsqueda quedó sumida en la psicodelia del tripi social que
supuso la cultura hippie, del fumeta que soñaba con encontrar el camino al
existencialismo a través de un simple porro. En su novela “Vicio Propio”,
Thomas Pynchon planteaba el final de ese sueño situando la acción a finales de
los 60 en el suroeste de Estados Unidos, con la historia de un detective hippie
que buscaba a su ex novia y a un magnate inmobiliario desaparecidos en una
California dominada por polis corruptos, grupos raciales, hermandades arias, compañeros
de papelinas reconvertidos en activistas políticos, dentistas adictos a la
cocaína y barcos destinados al contrabando de drogas. Todo ello a su vez en
pleno clima de tensión por el caso Charles Manson, que sumió a toda la sociedad
en una falsa paranoia de inseguridad y convirtió a los hippies en el blanco de
todas las miradas.
Por tanto, parece que
Anderson era el cineasta idóneo para llevar a la gran pantalla la psicodelia
presente en las páginas del autor neoyorquino, que sus caminos acabarían por
encontrarse. Y uno podría esperar que, ante semejante argumento, el director volviese
a sus orígenes pero llevando la excentricidad de la propuesta mucho más allá.
Lo sorprendente de su visión de la novela original es que Anderson no ha apostado
por los “excesos” de sus primeros trabajos, ni siquiera por la impostada locura
visual que bañaba “Punch-Drunk Love”. Su “Inherent Vice” –un nuevo aplauso a
los traductores españoles- combina con acierto el dinamismo en la narración y
el look retro de “Boogie Nights” con la solemnidad de sus dos anteriores
cintas, y lo que resulta es una obra divertida que desprende singularidad y
extravagancia en su guión, en los actos de sus personajes y en su propuesta
audiovisual –fantástica la banda sonora de Johnny Greenwood y ese aroma
setentero que desprende la cinta-, pero resultando comedida en todos sus
aspectos, sin llegar a desatarse del todo.
A medio camino entre “El
gran Lebowski” de los Coen y el Polanski de “Chinatown”, “Inherent Vice” supone
una adaptación libre –elimina y modifica muchos pasajes del libro que habrían
enrevesado demasiado la trama de manera innecesaria- de la obra de Pynchon, y tan
desenfadada y desvergonzada que no será del gusto de la Academia, pero que está
llamada a ser una de esas pequeñas joyas de su realizador. Puro cine noir sin paliativos y con bocanadas de
marihuana corriendo por sus fotogramas, que tiene además en la mirada perdida y
despreocupada de Joaquin Phoenix al Doc Sportello perfecto, al detective del
Hollywood clásico pasado por el filtro de los estupefacientes, pero siempre en
busca de la verdad.
A
favor: Joaquin Phoenix y la apuesta desenfadada y
psicodélicamente comedida de Anderson
En
contra: algunos esperarán que se desboque mucho más
Calificación ****
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