Hace
una semana presentábamos el primero corto del reputado realizador de publicidad
Nicolás Caicoya, “Hyena’s Blood”, su tráiler y algunos spots dirigidos por el
cineasta. Le llega el turno a la mini crítica, llamada así no por su extensión,
sino por ser la crítica de un cortometraje. Un saludo, compañero, y gracias por
confiar en el blog.
Adictos
a la muerte
Una tendencia común en
el cine de la que podríamos denominar Generación Goonie Española, esa que
forman cineastas como Borja Cobeaga o Nacho Vigalondo, es la de hacer
largometrajes con vocación de corto, películas de escasos noventa minutos cuyas
ideas habrían funcionado mejor en un formato reducido.
Nicolás Caicoya no ha
pegado el salto al cine de larga duración –aún, pero tiempo al tiempo-, sino
que su formación ha venido del campo de la publicidad. Y lo que demuestra en su
salto al cortometraje es justamente la tendencia contraria. “Hyena’s Blood”
reclama ser un largo en cada uno de sus fotogramas, en su tratamiento de la
imagen y el sonido, en su ambientación, en su fotografía, efectos especiales,
su dirección. Pero también en su historia, porque este primer trabajo es tan
ambicioso en lo argumental que bien daría para una película de mayor metraje.
En todas sus vertientes, en factura técnica y su trama, este corto recuerda al “Scarface”
de Brian de Palma y al cine político de Oliver Stone, y comparte el gusto por
la hemoglobina y las cámaras metidas en
maleteros de Tarantino.
Todo en ella es grande,
pero siendo un corto. Y es desde su agónico grito por ser el equivalente escindido
de un largometraje donde “Hyena’s Blood” tiene su talón de Aquiles. Porque
podría haberse ahondado mucho más en ciertos aspectos de la trama que apenas se
desarrollan en esta versión corta. La historia de la familia del protagonista –estupendo
John Lange- o el avance de la trama de corrupción que plantea son buenos ejemplos
de subtramas que se quedan colgadas por la escasez de tiempo.
Y pese a esto, sigue
funcionando como cortometraje en sí. Ya sea por su calidad cinematográfica o
por su endiablado ritmo, pero funciona. O por una historia que tiene la
valentía de señalar con el dedo a las agencias que se llevan medallas por su
hipócrita guerra contra la droga. Una guerra que deja de serlo cuando ambos bandos
se confunden fácilmente entre sí, cuando unos y otros luchan por convertirse en
emperadores y reyes de un negocio que es como una enfermedad, que vuelve a sus
responsables en adictos a la muerte. En hienas que devoran muerte para sobrevivir.
A
favor: su endiablada factura técnica de largometraje y su
ritmo
En
contra: que su condición de cortometraje no le permita ahondar
más en su historia
Calificación ****
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