Enfermos de amor
El amor puede ser una
enfermedad peligrosa y contagiosa. Hay personas que enferman de ese sentimiento,
dejan de ocuparse de su familia, de comer y dormir, viven aferrados al recuerdo
del ser amado que ya no está con ellos. Algunas personas manifiestan este mal de
manera egoísta, reteniendo contra su voluntad a la persona amada aunque ello
implique su muerte. Los personajes de la ópera prima de Juanfer Andrés y
Esteban Roel están condicionados, en mayor o menor medida, por una enfermedad
que se remonta décadas atrás en el tiempo. Se esconden del mundo exterior, como
topos, e intentan que los demás vivan en su madriguera, y se cierran incluso en
sí mismos. Se esconden entre sí secretos. Son, en definitiva, musarañas.
Esta producción de Álex
de la Iglesia toca varios palos incómodos pero interesantes ya en su premisa
inicial. Posguerra, religión y problemas psicológicos se entremezclan con
culpabilidad, envidia y secretos inconfesos en una propuesta macabra que bebe
directamente y sin complejos de la nouvelle
vague vivida en los últimos años por el cine de terror francés y que se
toma su tiempo en presentar sus cartas, pero que una vez lo hace golpea al
espectador con saña y sin miramientos.
Por supuesto, como
debut que es, “Musarañas” tiene no pocos defectos de guión y realización, en
especial por culpa de un libreto y dirección tan llenos de agujeros que no se
podrían enumerar sin entrar en el terreno de los spoilers, pero que podrían
resumirse en más de una explicación redundante, pues siempre es mejor insinuar
que mostrar –la primera gran revelación de la protagonista a su hermana-, alguna
que otra reacción forzada por parte de sus personajes –la actitud y la acción
del intruso hacia sus anfitrionas-, y decisiones de realización poco acertadas –la
foto final-.
Sin embargo, si algo
choca realmente en ella es esa conversión hacia el humor negro y el gore más
exagerado que transforman la ya de por sí macabra idea de partida en un
producto que puede cruzar la delgada línea entre la verosimilitud y el exceso. Incluso
a partir de este punto algunas interpretaciones pueden resultar poco
verosímiles, y eso que es uno de sus apartados más férreos. Nadia de Santiago,
Hugo Silva, Gracia Olayo… todos convincentes en sus papeles. Hasta Luis Tosar,
pese a quedar relegado a escasas apariciones en pantalla, resulta amenazador
como figura paternal autoritaria. Pero todos los focos se centran en una
perturbadora y arrolladora Macarena Gómez, una excelente actriz que aquí
demuestra el registro terrorífico que puede llegar a dar. Una actuación de diez
pese a los excesos en los que cae su personaje avanzado el metraje. Pero con
todo estamos ante un cuento de terror patrio de altura, que obliga a seguir a
sus responsables de cerca. Y, sin duda alguna, ante la película de terror
española del año. Aunque claro, tampoco había mucho donde elegir.
A
favor: su reparto, en especial Macarena Gómez, y su macabro relato sobre la
enfermedad del amor
En
contra: un gusto por el gore y el humor negro que la
obligan a transitar sobre la línea que separan la verosimilitud del exceso
Calificación ****
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