Amparo
Baró se convirtió en un rostro conocido de la pequeña pantalla gracias a su
papel de Sole en la serie “7 vidas”, que le reportó numerosos premios y
alabanzas. Tras el fin de la serie entró a formar parte del reparto de una
serie mucho más coral, pero también de enorme éxito, “El internado”. Casi una
década dedicándose a dos personajes que le brindaron la fama.
Pero la actriz
barcelonesa hacía ya más de medio siglo que se dedicaba a la interpretación.
Con apenas 18 años ya triunfaba sobre los escenarios de la mano de Jaime de
Armiñán, compartiendo cartel con actores como Adolfo Marsillach o Amparo Soler
Leal. Por entonces ya había debutado en el cine, en “Carta a Sara” y “Rapsodia
d sangre”. Nunca abandonó el teatro, y lo compaginaba durante los 60 con
pequeños papeles en “Tierra de todos”, “La chica del trébol”, “Tengo 17 años” o
“Carola de día, Carola de noche”, a las órdenes de Armiñán, Forqué o Antonio
Isasi-Isasmendi, y compartiendo plano con estrellas como Rocío Dúrcal o
Marisol.
No obstante, si en un
medio se prodigaría enormemente ese sería la televisión. A partir de los 60 y
hasta bien entrado el nuevo siglo, pudimos verla en “Primera fila”, “Confidencias”,
“Silencio, estrenamos”, “Historias para no dormir”, “Estudio 1”, “Farmacia de
guardia”, “Tío Willy” o “Aída”, donde retomaría su papel de Sole un año después
de acabar la serie que la lanzó al estrellato para las nuevas generaciones.
Y en los años 80 y
hasta los 90 volvería a aparecer más asiduamente en el cine, a las órdenes de
Armiñán (“El nido”, “Al otro lado del túnel”, “El palomo cojo”), Pedro Masó (“127
millones libres de impuestos”), José Luis Cuerda (“El bosque animado”), Jaime
Chávarri (“Las cosas del querer”) o Manuel Gómez Pereira (“Boca a boca”). El
nuevo siglo traería nuevas alegrías al margen de sus apariciones televisivas,
gracias a “Noviembre” de Achero Mañas, “Maktub” de Paco Arango, y sobre todo “Siete
mesas de billar francés”, de Gracia Querejeta, que le valdría el Goya a mejor
actriz de reparto. A este galardón se sumaría el pleno que consiguió con sus
cuatro premios de la Academia de La Televisión gracias a “7 vidas” y los cuatro
de la Unión de Actores gracias a la serie y “Maktub”, así como el TP de Oro y
el Fotogramas de Plata.
Su peculiar tono de voz
y su físico menudo la acompañaron durante toda su carrera artística, pero fue su
enorme talento y presencia lo que la convirtieron en una excelente actriz. Baró
nos abandona a los 77 años tras una larga enfermedad y dejándonos más de un centenar de títulos entre cine,
teatro y televisión, en 60 años dedicados a la interpretación. En paz
descanse, maestra.
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