jueves, 20 de noviembre de 2014

LA CRÍTICA. Zombeavers

El chiste sin gracia
Vamos a dejar algo claro. Una peli que gira en torno a castores zombis es, sencillamente, una peli que gira en torno a castores zombis. Y no hay que buscarle las tres patas al castor. Sabemos que puede ser mala, entendiendo este calificativo como la falta de calidad cinematográfica en lo que a dirección, actores, efectos o música se refiere. Ya luego entramos en materia de gustos personales y la broma nos puede parecer lo suficientemente graciosa y entretenida como para pasar por algo todos estos detalles. Ya ha ocurrido con títulos como “Evil Dead” o “Mal gusto”, filmes que a nivel de medios eran más bien modestas, pero que suplían sus carencias cinematográficas con litros y litros de ingenio, hasta el punto de ser consideradas de culto por una gran mayoría aficionada al género.

Por tanto, lo primordial en este tipo de productos es que logren simpatizar con el respetable, que la broma tenga gracia durante todo el metraje, que llegues a tener orgasmos durante su visionado. Con “Zombeavers”, sin embargo, la sensación es la de un bocado en los genitales, un subproducto de serie Z que sabe que es malo y no tiene prejuicios en serlo y demostrarlo, pero que podría haber sido mucho más cafre y desvergonzada.


Lo que comienza siendo un sentido y graciosete homenaje al summer camp y las pelis de zombis ochenteras, barril de residuos tóxicos como detonante de la tragedia incluido, acaba perdiendo toda la chispa y gracia a los veinte minutos de comenzar la broma. Y si en una propuesta de estas características no eres capaz de alargar la broma a pesar de lo económico de su metraje, estás perdido.


Lo que da es una especie de “Gremlins” –o más bien su versión menos familiar, “Critters”- que se agota muy pronto, y que viene a remontar ligeramente el vuelo en sus diez minutos finales, cuando tira la casa por la ventana y planta una idea tan bizarra que reformula las bases de la propia cinta. Pero ni este feliz y alocado tramo, ni las tomas falsas del final para rellenar metraje, ni la escena post créditos que augura la inminencia de una secuela que esperemos sea mucho más avispada, consiguen remontar esta locura simpática que no deja demasiado para el recuerdo.

A favor: los bizarros diez minutos finales
En contra: que el resto del metraje no siga ese tono bizarro y el chiste deje de tener gracia a los pocos minutos; esperar de ella algo más que no sea una peli con castores zombis

Calificación *

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