viernes, 7 de noviembre de 2014

LA CRÍTICA. ABC's of Death 2

R is for Reset
Cuando tu estructura narrativa, como antología del terror que pretendes ser, consiste en presentar 26 cortos en los que la muerte juega un papel crucial, con el abecedario como única herramienta de cohesión, partes de una cualidad y a la vez de un talón de Aquiles: la capacidad de presionar el reset cerebral que te otorga el fin de cada pieza y el comienzo de la siguiente. Una cualidad porque si un corto te aburre, la agonía tiene fin y puede dar paso a una genialidad. Y un punto débil porque no te da tiempo a saborear cada entrega, para bien o para mal, y ya estás ante una nueva.

“ABC’s of Death 2” sigue adoleciendo de los mismos hándicaps de su predecesora. 26 cortos de terror embutidos en dos horas de metraje sigue constituyendo algo excesivo, una forma de poner a prueba la paciencia del espectador, que cuando llega a la última letra ya está exhausto. Y, por supuesto, la irregularidad de los trabajos presentados, en los que se da quizá demasiada libertad a sus creadores, es algo inherente a toda antología en la que participan distintos realizadores.


Sí, esta secuela aún tiene por delante la difícil y prácticamente imposible tarea de solventar estos dos grandes escollos, pero al menos consigue que la sensación general que te llevas sea ligeramente más positiva que la de su predecesora. Hay una mejor realización, un trabajo más depurado en la presentación y confección de los segmentos, y ya no te llevas la impresión de que en la mayoría de los cortos han tratado de tomarte el pelo, haciendo alarde de un humor absurdo y grotesco que no encaja con una antología de terror. E incluso las grandes tomaduras de pelo de la película –por ejemplo, “G is for Grandad”, “P is for P-P-P-P-P Scary!” o “W is for Wish”- poseen una media superior a aquel bochornoso corto de Ti West de la primera entrega o aquellas “W is for WTF” o “F is for Fart” que eran de vergüenza ajena.


Y entre propuestas que empiezan bien pero acaban desinflándose –“K is for Knell” o “U is for Utopia”- y trabajos que funcionan bien en solitario pero que sigo preguntándome que pintan en un film de estas índole –“E is for Equilibrium” o “H is for Head Games”-, destacan cuatro piezas que, en comparación con el resto, se convierten en genialidades, especialmente durante su recta final: “R is for Roulette” de Marvin Kren, un estiloso relato en blanco y negro inteligentísimo y con giro final; “S is for Split” de Juan Martínez Moreno, en el que sorprende el buen uso que hace el director de “Lobos de Arga” de la multicámara y el fuera de plano como mecanismos para generar suspense; “X is for Xylophone”, o lo macabros y juguetones que pueden ser los directores de “À l’intérieur”; y sobre todo “Z is for Zygote”, la más bestia, bizarra y polémica de toda la cinta.


Pero mucho ojo, constituyen genialidades dentro del conjunto y en comparación con sus compañeras de pesadilla, que no llegan mucho más allá del pasable. Pero ya es un paso de gigante en una franquicia que ha pasado de la calificación de horrible a pasable en una sola entrega. Y una antología que, como ocurre con sus distintos segmentos, invita a darle al reset. Sólo eso explica que haya ganas de ver una tercera parte.

A favor: ya no existe esa sensación de que te están tomando el pelo
En contra: la propuesta en sí sigue siendo irregular y agotadora

Calificación **

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