La piel está de más
Algo pasa con el
personaje de Scarlett Johansson en esta película. Tiene un rostro angelical, un
cuerpo que llama al pecado, unos labios carnosos y sensuales, y una mirada y
una sonrisa que invitan a montarse en su coche sin pestañear. Es la Johansson,
a nivel físico sobran las palabras. Pero algo pasa con su personaje. Algo no
anda bien con ella. Es fría, impasible, sólo se muestra sociable con esos
hombres a los que engatusa para subir a
su furgoneta. Si ve a un bebé abandonado en la playa, ni es capaz de taparle
con una manta para que no coja frío. Scarlett no es humana. No sabemos qué es,
pero humana desde luego que no es.
Y la película en sí
tampoco. “Under the skin” es una experiencia audiovisual que no pertenece a
este mundo. Es de esas cintas de marcado acento indie (y british) y
experimental –algunas escenas de diálogo con hombres están rodadas con cámara
oculta-, como uno de esos cortometrajes artísticos para intelectuales que se
exhiben en prestigiosos festivales para sibaritas. Una secuencia de escenas de
bellísima factura, acompañadas de una música que acompaña perfectamente a la
acción, en la que los violines chirriantes, el instrumental electrónico y la
percusión que encajan perfectamente con lo que estamos viendo, y que ayudan a
crear esa atmósfera de rareza que desprende toda la película. No es casualidad,
pues su director, Jonathan Glazer, es un respetado director de videoclips, que
aquí se enfrenta a su tercera y más extraña criatura.
Scarlett está
sensacional y se desnuda en cuerpo y alma –no muchas estrellas asumen retos
como éste-, se quita la piel de manera literal y deja muy poco a la imaginación
del espectador. El film, desgraciadamente, sí que deja a la imaginación. Y
demasiado, porque bajo ese manto de belleza artística que la recubre, hay bastante
poco que contar. Su argumento y su discurso quedan sepultado por el excelente
aluvión de imágenes y sonido del que hace gala, y nada en ella resulta
demasiado claro. Dicen, por ejemplo, que el personaje protagonista viene del
espacio exterior, en alusión a la novela en que se basa, pero esto ni se menciona
ni se insinúa.
Incómoda, soberbia, sugerente, fascinante, aburrida, redundante… En
realidad, todos los adjetivos encajan en esta propuesta que encandila en
función de la capacidad para hipnotizar al espectador. Y “Under the skin”
hipnotiza, pero eso no es suficiente si al final, una vez despiertas, echas la
vista atrás y eres capaz de ver sus innumerables limitaciones, como su escasa
capacidad de síntesis y lo abrupto de su narración una vez la historia toma por
fin forma. Sin embargo, para que eso ocurra, tiene que pasar casi una hora de
sumergir al espectador en aguas negras y cristalinas, y el cambio existencial que
sufre la protagonista se torna demasiado brusco e inconexo con el resto. Tampoco
ayuda el hermetismo de algunos flecos de la trama, como ese hombre motorizado
que arregla los platos rotos, ni la práctica ausencia de diálogos ni lo
lentamente que avanza la historia. Eso sí, nos regala algunas de las imágenes
más bellas de los últimos tiempos –el comienzo, la cacería de los hombres, y
especialmente la fascinante escena final en el bosque-, y la moraleja de que lo
que importa está en el interior de todos nosotros. Aunque hablemos de nuestras
vísceras. La piel está de más.
A favor: Scarlett Johansson, el uso de la imagen y el sonido,
y la fascinante escena final
En contra: su capacidad de hipnosis no tapa sus muchas
limitaciones
Calificación **
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