Todavía
cuesta articular palabra. El cine español ha sufrido hoy una pérdida
irreparable por culpa de la carretera, que se ha llevado a Álex Angulo. Actor
respetadísimo, amadísimo y admiradísimo donde los haya, las redes sociales se
han volcado para despedir al actor. Amigos como Santiago Segura, Álex de la
Iglesia, Agustín Almodóvar o Paco Plaza han dado su particular adiós a través
de Twitter al intérprete, que nos deja con 61 años de edad.
Casi un centenar de trabajos en cine y televisión desde 1981, año en que debutara en “La fuga de Segovia”, de Imanol Uribe, coronaban la carrera de Angulo, al que le picó el gusanillo de la interpretación con tan sólo 18 años. Comenzó sobre las tablas, en la compañía de su amigo Ramón Barea, con quien llegaría a trabajar en diversos medios, e hizo su aparición en la ETB en diversos programas antes de dar el salto a la gran pantalla.
Pero no fue hasta los
90 que su carrera en cine y televisión despegaría definitivamente tras aparecer
en tres títulos en la década anterior. En 1991 participó en “El rey pasmado”,
de Uribe, y en “Todo por la pasta”, de Enrique Urbizu, donde conocería a un
joven Álex de la Iglesia, director artístico del film, quien le convencería de
ser el protagonista de su multipremiado corto “Mirindas Asesinas”. De la
Iglesia volvería a contar con él en su ópera prima en cine, “Acción Mutante”, y
Álex continuaría su trabajo en el teatro, así como participaciones en series
como “Los ladrones van a la oficina” y “Villarriba y Villabajo” o películas
como “Los peores años de nuestra vida”.
Ahora bien, no sería
hasta 1995 que vería su carrera lanzada al estrellato absoluto, cuando se
convirtió en el protagonista absoluto de la comedia demoniaca imprescindible en
su filmografía, y en la historia del cine español, “El día de la bestia”, de
nuevo a las órdenes de de la Iglesia. Gracias a ella fue nominado al Goya y se
llevó el premio Ondas. No sería la última vez que trabajaría con el bilbaíno,
ya que contó con él en “Muertos de risa”, de nuevo con nominación al Goya,
colaborando también durante los 90 con directores como Icíar Bollaín (“Hola,
¿estás sola?”), José Luis Cuerda (“Así en el cielo como en la tierra”), Pedro
Almodóvar (“Carne trémula”) o Fernando Colomo (“Los años bárbaros”), entre
otros.
A finales de los 90
encarnaría a otro de sus personajes más recordados, el televisivo periodista
Blas Castellote de la serie “Periodistas”, y durante los años siguientes
prestaría su aspecto bonachón y camaleónico en otras producciones televisivas
como “7 vidas”, “El comisario” o “Aquí no hay quien viva”, sin abandonar los
escenarios ni el cine, donde sería uno de los secundarios de lujo de nuestro
cine en filmes como “El oro de Moscú”, “Isi/Disi”, “Fuga de cerebros”, “Zipi y
Zape y el club de la canica”, “El laberinto del fauno” o “El Gran Vázquez”,
esta última valiéndole su última nominación al Goya.
Por “14 de abril. La
República” ganó el premio de la Unión de Actores como actor de reparto en
televisión, premio concedido por sus compañeros de profesión, que le definían
como una persona natural y encantadora, un gran profesional que dejaba algún
proyecto inconcluso y al que siempre le tendremos un cariño especial. Descanse
en paz, padre Berriatúa.
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