OJO, POSIBLES SPOILERS
El viejo y el monstruo
El viejo y el monstruo
En “Miedo azul”, Daniel
Attias, en la que sería su primera y única incursión en el largometraje,
enfrentaba al malogrado Corey Haim a un vecino licántropo que estaba sembrando
el terror en el pequeño pueblo en el que vivía. Salvando las distancias, lo
nuevo de Adrián García Bogliano podría considerarse un remake inconfeso de aquella adaptación de Stephen King, pero
cambiando al niño paralítico protagonista por un veterano de Vietnam ciego. Y
si no puede considerarse estrictamente una nueva versión de aquel clásico que
cumple ya 30 años, sí que no se puede negar que ha tenido una enorme influencia
en este film.
“Late Phases” comienza
de manera potente, sus primeros veinte minutos tienen pulso y entretienen, y
compensa sus defectos cinematográficos –se nota la falta de presupuesto- con un
saber hacer por parte de su director a la hora de generar tensión y manejar los
mecanismos básicos del género, sobredosis de hemoglobina incluida. La propuesta
apunta maneras gracias a ese comienzo, pero pronto empieza a apagarse.
Entre dos fases
consecutivas de luna llena, el protagonista irá preparando lo que parece ser
una trampa que nos dejará con la boca abierta, pese a las dificultades a las
que se enfrenta siendo invidente –sorprenden no obstante ciertas capacidades
suyas, como el hecho de saber hacia dónde llevar sus manos cuando no conoce un
entorno-, e irá limpiando su conciencia con el párroco del pueblo y con su
propio hijo por si su próximo enfrentamiento con el monstruo acaba siendo
también su carta de despedida. Y es este largo tramo el que falla. La subtrama
con el hijo y el pasado de su protagonista no acaban de enganchar, y finalmente
la trampa acaba siendo más sencilla y dependiente del azar de lo que parecía en
un principio. La cinta se relaja en extremo y se vuelve bastante aburrida, y
ofrece un drama que no acaba de cuajar ni de interesar. A esto no ayuda tampoco
un guión que no sabe exactamente qué camino tomar en cuanto a tono, y cuya
construcción de personajes es bastante simple. Si este segmento de la película
no acaba por hundirse del todo es gracias al trabajo de su actor principal, un
Nick Damici que llena la pantalla con su interpretación.
No es hasta que quedan
veinte minutos cuando “Late Phases” remonta el vuelo y ofrece un digno
entretenimiento con aires ochenteros, con ciertas reminiscencias a clásicos
como “Un hombre lobo americano en Londres”. Curiosamente, este final era precisamente
el que le faltaba a “Miedo azul” para acabar tirando la casa por la ventana, pero
aquí acaba sabiendo a poco y llegando demasiado tarde, no respaldado con fuerza
por el resto del metraje. Una lástima, de haber acortado la parte central y haber
insertado sutiles pinceladas de comedia negra que nos preparasen para el
desenlace, el conjunto no sería tan irregular, especialmente en vista de lo que
dan de sí su prólogo y su epílogo. Interesante, pero pudo aprovechar mejor su
premisa.
A
favor: Nick Damici, el tramo inicial y el final
En
contra: todo el segmento central, totalmente desprovisto de
tensión e interés
Calificación **
Se deja ver
No hay comentarios:
Publicar un comentario