Cuando Tarantino y
Rodríguez presentaron su proyecto “Grindhouse”, el segundo pensó que sería una
gran idea convertir en largometraje el falso tráiler titulado “Machete” que
acompañaba al díptico formado por “Planet Terror” y “Death Proof”. Y lo fue,
dando lugar a dos entregas del letal agente mexicano a cual más cafre y
esperpéntica. Eli Roth debió pensar lo mismo sobre el falso tráiler titulado “Clown”,
que unos ingeniosos niños perversos le habían dedicado al cineasta
convirtiéndole en responsable absoluto, e involuntario, de una película que no
existía y que jamás vería la luz.
Así, si lo de Rodríguez
era una genial prolongación carente de sentido del ridículo de un ya de por sí
desprovisto de prejuicios tráiler, la que nos ocupa no consigue el mismo
efecto. Es curioso que Jon Watts, que en su haber tiene haber formado parte de
la cantera de directores que ofrecieron su particular visión de lo que debía
ser el remake del “RoboCop” de Verhoeven en “Our RoboCop Remake”, no haya
conseguido con “Clown” superar, y ni tan siquiera acercarse, a su referente de
apenas un minuto de duración, y mucho menos cubrir las expectativas que éste
era capaz de generar en tan poco tiempo.
Porque esta propuesta,
presentada por Eli Roth y producida por los hermanos Weinstein, se queda a años
luz de lo que podría haber dado de sí misma. La historia de un padre de familia
que se va convirtiendo progresiva y literalmente en un payaso maligno bien pudo
haber dado para una especie de metáfora sobre en qué se convierte el hombre
moderno, o sencillamente podría haberse dejado de discursos subliminales y
ofrecer noventa minutos de humor negro y casquería a raudales. Pero aquí no
ocurre ni una cosa, ni la otra.
Lo que queda es una cinta
entretenida, sí, pero no mortal ni sanguinolentamente divertida, que se queda a
medio camino en todas sus vertientes, a pesar de su cuidado trabajo de
maquillaje y algún momento bastante malicioso, pero fugaz. El film de Watts se
va apagando conforme avanza, y a partir de la hora empieza a sobrar metraje, se
vuelve convencional y se muestra incapaz de despegar. Lo que nos ofrece a fin
de cuentas es una especie de episodio de la serie “Masters of Horror”, con un
look televisivo muy marcado, alargado y mal aprovechado, sobre un payaso del
mal sin gracia. Lástima, con el juego que dan los payasos en el género.
A
favor: algún instante puntual malicioso, y su potente
premisa inicial
En
contra: se ve incapaz de explotar del todo su base
Calificación **
Se deja ver
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