Placas colgadas del techo
“Un grupo de viejas
glorias que todavía quieren ser rudos”. Esta frase, pronunciada en cierto
momento de “Los mercenarios 3”, viene a resumir lo que ha sido esta franquicia
desde que Stallone decidiera reunir a las añejas estrellas de acción de los 80
hace cuatro años. Una saga que comenzó desde el amor y el respeto hacia todo un
género para evolucionar hacia una segunda entrega totalmente carente de
prejuicios, un festival de humor y hostias que constituía la cinta de acción
definitiva. Pero tanto sobre la primera como sobre la segunda sobrevolaba el
fantasma de esas viejas glorias que se resisten a convertirse en simples placas
de guerra tintineando junto a sus hermanos caídos.
Este fantástico recurso
dramático es exprimido hasta el extremo con formidables resultados en esta
nueva entrega. “Los Mercenarios 3” sigue teniendo el espíritu gamberro de sus
predecesoras, con algunos chistes escondidos entre líneas –ese Bruce Willis
“out of the picture”, el rescate de la prisión de Wesley Snipes, Banderas
buscando desesperadamente trabajo y su homenaje a la legión española-, y una
buena dosis de acción, de esa que hace que te crezca pelo en la barba. Pero
también aporta un aura crepuscular a la trilogía sólo aplicable a las
anteriores gracias a ese término tan explotado hoy en día que es la nostalgia.
La figura del líder como padre de un grupo al que prefiere no ver comiéndose el
lodo, el relevo generacional, el choque entre lo nuevo –muy metódicos y organizados,
a lo “Misión: Imposible”- y lo viejo –que prefieren entrar rociando balas, sin
preguntar-, y la idea de que son renegados de la sociedad, profesionales al
servicio de su patria pero totalmente prescindibles para la misma.
Y, entre tanta reflexión
catártica sobre la imagen del héroe cinematográfico forjado en gimnasio y pólvora
está, por supuesto, la acción. Porque que reflexione no significa que aburra.
“Los Mercenarios 3” es, ante todo, un excelente entretenimiento en el que las
viejas caras nuevas son mucho mejor recibidas que la nueva oleada de
Expendables, y en el que el ritmo no para ni en los tiempos muertos que se
permite tomarse para presentar personajes y situaciones. En el primer caso,
excelentes las aportaciones de Snipes, Ford y Grammer, y aunque Banderas está
un poco sobreactuado, acabas haciéndote a su incontinencia verbal y tiene uno
de los momentos más entrañables del film. En cuanto a Gibson, ofrece el villano
más carismático y con mayores motivaciones de toda la trilogía, si bien su
historia podría haber sido todavía más desarrollada.
Solamente tiene un
impedimento, más allá de que el guión no sea todo lo férreo que pudiera –marca
de la casa-, de que Patrick Hughes ponga el piloto automático en las escenas de
acción y le falte experiencia y originalidad en su ejecución –vamos, no es
Simon West-, o que el desenlace sea demasiado complaciente. Su gran problema es
que ya la cinta de acción definitiva de “Los Mercenarios” se estrenó hace dos
años, y el listón estaba demasiado alto. A la que nos ocupa le falta su descaro
y su ausencia de vergüenza, además de Chuck Norris. Pero lo compensa con
entretenimiento y su profunda y nostálgica mirada al action hero paternalista. Ése que se resiste a ser una placa más
colgada del techo.
A
favor: su aura crepuscular, las nuevas incorporaciones, y
su sentido del entretenimiento
En
contra: que exista la segunda parte
Calificación ***1/2
2 comentarios:
es un acierto (Y muy gracioso) que le villano sea Mel Gibson jaja... creo que Stallone con todo esto se convirtió en el mas querible de todos los actores de su raza... y que estas películas están muy bien logradas... por supuesto, no me la voy a perder..
Jeje si te gustaron las otras dos disfrutarás de ésta. Para mí es la segunda mejor de la trilogía
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