Bienvenidos a América
James DeMonaco
presentaba en “The Purge” –aquí conocida con el nada sugerente título de “La
noche de las bestias”- una nación renacida bajo la idea de que librando a la
población de cualquier carga legal una noche al año podían purgarse todos los
males de la sociedad estadounidense. Todo tipo de crimen está permitido, los
servicios de emergencia no funcionan, sólo hay que sobrevivir a esa noche. La
violencia como arma para erradicar la pobreza y la propia violencia, proclamaba
el cineasta en su segundo trabajo tras las cámaras, entendiendo que se
encuentra tan arraigada en sus propias raíces que solamente puede definirse a
todo un pueblo a partir de la difícil relación del mismo con la violencia. Desgraciadamente, DeMonaco transformaba esta
prometedora idea de partida en una película de asalto a una casa de lo más
tópica y previsible.
Éste es el primer
escollo que consigue evadir en su secuela. Traslada la acción a las calles,
donde está realmente lo interesante y donde debió transcurrir su predecesora, y
transforma la historia en un auténtico survival
que ahonda mucho más profundamente en ciertos aspectos de esa realidad
distópica que propone, como los distintos estratos sociales que intervienen en
ella y su papel, desde los ricos a los revolucionarios. Y, lo que es incluso más
atractivo, modula su discurso y amplía su propio universo creativo para
convertir La Purga anual en una medida de control de la sociedad destinada a mantener
un equilibrio económico y demográfico que asegure dejar los índices de
criminalidad y marginalidad bajo mínimos.
Así, “Anarchy” se
posiciona por encima de la primera entrega, algo que tampoco era difícil de
conseguir. Es menos convencional, más entretenida y más consciente de su propio
universo, el cual se expande en esta primera secuela de la que, en vista de su
éxito de taquilla, aún le queda como mínimo una entrega más. El reparto, eso
sí, quizá no se luzca tanto como el del anterior film, y la tensión se
sacrifique en aras de un thriller de acción urbana en el que los sustos de
manual están de más. Pero son defectos menores si sigue adoleciendo del mismo
defecto de base que la anterior. Fundamenta su postura sobre unos cimientos no
del todo estables, poco verosímiles si se sacan del propio contexto distópico
en el que se desenvuelve la acción. Y si no te crees su universo, pasajes como
los del ajuste de cuentas familiar en el apartamento o la escena de la caza de
los ricos se vuelven ridículos y estrafalarios. Es la doble carta peligrosa a
la que sigue jugando su director. O lo tomas o lo dejas. O te haces al sistema
o estás fuera de él. Y si te quedas fuera y no empuñas el arma, sobras para los
Padres Fundadores. Bienvenidos a
América.
A
favor: que ahonde mejor en la sociedad que propone, y que
traslade la acción a las calles
En
contra: sus propios cimientos siguen siendo poco estables
Calificación ***
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