miércoles, 6 de agosto de 2014

LA CRÍTICA. Anarchy: La noche de las bestias

Bienvenidos a América
James DeMonaco presentaba en “The Purge” –aquí conocida con el nada sugerente título de “La noche de las bestias”- una nación renacida bajo la idea de que librando a la población de cualquier carga legal una noche al año podían purgarse todos los males de la sociedad estadounidense. Todo tipo de crimen está permitido, los servicios de emergencia no funcionan, sólo hay que sobrevivir a esa noche. La violencia como arma para erradicar la pobreza y la propia violencia, proclamaba el cineasta en su segundo trabajo tras las cámaras, entendiendo que se encuentra tan arraigada en sus propias raíces que solamente puede definirse a todo un pueblo a partir de la difícil relación del mismo con la violencia.  Desgraciadamente, DeMonaco transformaba esta prometedora idea de partida en una película de asalto a una casa de lo más tópica y previsible.

Éste es el primer escollo que consigue evadir en su secuela. Traslada la acción a las calles, donde está realmente lo interesante y donde debió transcurrir su predecesora, y transforma la historia en un auténtico survival que ahonda mucho más profundamente en ciertos aspectos de esa realidad distópica que propone, como los distintos estratos sociales que intervienen en ella y su papel, desde los ricos a los revolucionarios. Y, lo que es incluso más atractivo, modula su discurso y amplía su propio universo creativo para convertir La Purga anual en una medida de control de la sociedad destinada a mantener un equilibrio económico y demográfico que asegure dejar los índices de criminalidad y marginalidad bajo mínimos.


Así, “Anarchy” se posiciona por encima de la primera entrega, algo que tampoco era difícil de conseguir. Es menos convencional, más entretenida y más consciente de su propio universo, el cual se expande en esta primera secuela de la que, en vista de su éxito de taquilla, aún le queda como mínimo una entrega más. El reparto, eso sí, quizá no se luzca tanto como el del anterior film, y la tensión se sacrifique en aras de un thriller de acción urbana en el que los sustos de manual están de más. Pero son defectos menores si sigue adoleciendo del mismo defecto de base que la anterior. Fundamenta su postura sobre unos cimientos no del todo estables, poco verosímiles si se sacan del propio contexto distópico en el que se desenvuelve la acción. Y si no te crees su universo, pasajes como los del ajuste de cuentas familiar en el apartamento o la escena de la caza de los ricos se vuelven ridículos y estrafalarios. Es la doble carta peligrosa a la que sigue jugando su director. O lo tomas o lo dejas. O te haces al sistema o estás fuera de él. Y si te quedas fuera y no empuñas el arma, sobras para los Padres Fundadores.  Bienvenidos a América.


A favor: que ahonde mejor en la sociedad que propone, y que traslade la acción a las calles
En contra: sus propios cimientos siguen siendo poco estables

Calificación ***

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