“Slim”.
Así la apodaba el personaje de Harry Morgan en “Tener y no tener”, su debut en
el cine de la mano de Howard Hawks. Humphrey Bogart se convertiría tras
contemplar aquella enigmática mirada –la llamaban “The Look”- en su esposo,
constituyendo una de las parejas más sólidas de Hollywood. Tenía tan sólo 20 años y entró por la puerta
grande tras dos años triunfando también en Broadway. La mirada del mundo del
cine se apagó ayer por la mañana a causa de un derrame cerebral. La fea y
triste manía que tienen las muertes en Hollywood de venir tan juntas es
insoportable.
Bacall acompañó a su
marido hasta el fin de sus días en 1957, y juntos trabajaron en “El sueño
eterno”, de nuevo a las órdenes de Hawks, “La senda tenebrosa”, de Delmer
Daves, y “Cayo Largo”, de John Huston. Entre medias, la actriz participó como
cabeza de cartel de “El trompetista”, de Michael Curtiz, “Cómo casarse con un
millonario”, de Jean Negulesco, “Escrito sobre el viento” o “La tela de la araña”,
de Vincente Minnelli.
En 1961 se casó con
otro grande, Jason Robards, pero la relación duró menos de una década a causa
de los problemas con el alcohol del actor. Ya entonces la actriz, considerada
una vieja gloria del Hollywood dorado, comenzó a espaciar cada vez más sus
trabajos ante la cámara, y se centró más en el teatro y en su vida privada. De
esta etapa entre los 70 y los 80 merece la pena destacar “Harper, investigador
privado”, “Asesinato en el Orient Express” o “el Último pistolero”. A partir de
los 90 sus apariciones en cine serían cada vez menos frecuentes y en filmes de
muy poca repercusión, destacando “Misery”, “Prêt-à-Porter” o “El amor tiene dos
caras”, con la que llegó su única nominación al Oscar –sí consiguió el premio
honorífico de la Academia- y varios premios de la crítica, además de conseguir
el Globo de Oro. Posteriormente aparecería en “Reencarnación”, de Jonathan
Glazer, y en “Dogville” y “Manderlay”, de Lars Von Trier.
Tras más de medio
centenar de títulos en cine, La Mirada nos dice adiós con 89 años de edad. Uno
de los últimos rostros del Hollywood clásico se nos va. Para mí siempre será
Slim. Descanse en paz.
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