La marioneta sin hilos
La secuela de la
familia de superhéroes marvelita
empieza repitiendo un recurso ya utilizado en su predecesora, un plano
secuencia digital que venía a ser ya entonces el mayor atisbo de genialidad y
de autoría del que gozara aquella película. Es curioso que, habiendo pasado
tres años, y con el status que se supone debe tener alguien como Joss Whedon
dentro de la franquicia, vuelva a ser un plano secuencia digital –quizá demasiado
digital- el máximo exponente de la libertad creativa de su director.
Porque “Vengadores: La
era de Ultrón”, forma parte de un plan mayor, el que engancha “Capitán América:
El soldado de invierno” con lo que está por venir. Los hermanos Russo ya
sentaron cátedra. Poco después lo hizo James Gunn. Ambos reformularon, sin
dejar de atender a las exigencias del estudio, el cine de superhéroes como thriller
de acción y space opera, llevando la
fórmula familiar de Whedon a la extinción. Y al realizador no le ha quedado más
remedio que evolucionar y madurar. Sí, por ahí sigue asomando ese humor
tontorrón e infantil marca de la casa, ése que a veces se vuelve excesivo, y
ese concepto del blockbuster como
pura pirotecnia audiovisual que hace que el conjunto se pase en un suspiro,
pero lo que queda es una secuela funcional, que consigue el propósito de
entretener a costa de engullir las ansias creativas de cualquier cineasta, y a
la que le falta ese algo que hacía única a la primera: el factor sorpresa de
ver a todos estos superhéroes unidos.
Es el modelo franquicia
de Marvel el que convierte a Whedon en una especie de Ultrón cinematográfico,
en una marioneta sin hilos que cree ser libre pero que está intrínsecamente
dominada por un ente superior. Sin embargo, en este modelo no todo es negativo.
Porque esta nueva entrega mejora muchos aspectos con respecto a su predecesora.
Es más adulta, más oscura, y mejora la mayoría de los aspectos técnicos de la
anterior. Su guión ya no es tan simple, incluso diría que se complica
demasiado, con un giro argumental cada veinte minutos. Trata de meter muchas
cosas en un abultado pero comprimido metraje, pero todo lo que inserta de cara
al futuro de la franquicia –Visión, la Bruja Escarlata y Mercurio- está bien
insertado y no está mal aprovechado. Y hasta se permite desarrollar los
personajes de Jeremy Renner y Scarlett Johansson para que por fin tengan algo
de la carga dramática de la que carecían en anteriores entregas. Con esto ya compensan
tener al soso Aaron Taylor-Johnson, cuyo Mercurio se ve destronado por el de
Bryan Singer sin remedio.
Por todas estas mejoras
e inconvenientes, esta historia de héroes elevados a la categoría de dioses
sepultados por su propia oscuridad interior es a la vez mejor y peor que la
primera, y volverá a irritar a los más puristas cuando vean en qué quedan
algunas tramas y personajes, pero ya eso es inevitable por su condición de
adaptación. Para todos los demás quedará un gran entretenimiento, de esos que
la factoría Disney/Marvel sabe fabricar. Como hechos por un moderno Pinocho,
que en este caso tiene apariencia humana y corazón de metal.
A
favor: que mejora técnica y argumentalmente a su
predecesora, y su concepción del cine entretenimiento
En
contra: su falta de personalidad y la poca capacidad de
sorpresa
Calificación ***1/2
Merece mucho la pena
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