Ha nacido una estrella
Hollywood. Tierra de
sueños convertidos en pesadillas. De aspirantes a estrellas de cine cuyas
aspiraciones entroncan con una realidad en la que no pasarán de ser camareros o
mascotas de una cadena de restaurantes de comida rápida. Promesas de
productores que se valen de la ingenuidad de aquellos que ansían ver el brillo
reflejado en sus propios ojos. El mismo Hollywood se ha encargado de
desmitificar su propia condición de fábrica de sueños en prodigiosas obras como
“Cautivos del mal” o “El juego de Hollywood”, perpetradas por cineastas que
llevan décadas lidiando con las mentiras y traiciones de la Meca del Cine, o
más recientemente en la estupenda “Maps to the stars” de Cronenberg.
“Starry Eyes” no es más
que otro ejemplo de cine dentro del cine, de película que pretende mostrar la
oscuridad que se esconde tras los cegadores focos de la industria del
entretenimiento. Es la historia de una aspirante a actriz a la que la perspectiva
de llegar a ser como esas divas del celuloide que empapelan su cuarto atrae
tanto que estará dispuesta a todo por conseguirla. Cueste lo que cueste. Caiga
quien caiga por el camino. Y es el nacimiento de una estrella desde cero, desde
lo más bajo, desde el fango a la cima.
La segunda película del
tándem formado por Kevin Kolsch y Dennis Widmyer bebe directamente de la
desagradable pero imprescindible “Thanatomorphose” en la metamorfosis que su
protagonista experimenta conforme va alcanzando su sueño. Es una propuesta de
terror psicológico, cine para reflexionar y solamente plausible desde un punto
de vista metafórico, y en ese sentido se la puede hermanar con el cine de David
Lynch –especialmente la que más aborda este tema de manera directa, “Mullholland
Drive”- o el “Enemy” de Villeneuve, e incluso con esa obsesiva búsqueda de la
perfección que era el formidable “Cisne Negro” de Aronofsky.
Ahora bien, este film
no llega a los niveles de excelencia de ninguna de las obras mencionadas. Eso
son palabras mayores. A la película le cuesta bastante metraje entrar en
materia, y durante su primera mitad no sabes bien hacia dónde quiere ir a
parar. Incluso podría decirse que algunas decisiones bastante herméticas y poco
explicadas de la historia son algo gratuitas y obvias –esa secta que es
Hollywood, ¿en serio?-. Aún así no dejamos de estar ante un producto interesante
y de recomendable visionado, de atmósfera enrarecida y absorbente, a lo que
ayuda su banda sonora y el correcto trabajo de su actriz protagonista,
encarnando un personaje que, como la Judy Garland de “Ha nacido una estrella”,
llegará al estrellato en detrimento del hundimiento de otros. Aunque bien
sabemos que en esto del cine es tan fácil estar en lo más alto como descender a
los infiernos de tu propia fama.
A
favor: funciona bien como terrorífica metáfora de lo que
es Hollywood
En
contra: le cuesta entrar en materia, y no alcanza el nivel
de excelencia de sus muchos referentes
Calificación ***
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