Malas calles
“Sin City”, más que una
genial e innovadora adaptación del cómic homónimo de Frank Miller, supuso un
antes y un después en lo que a traslaciones a la gran pantalla de novelas
gráficas se refiere. Concibió el cine como el mural en el que un pintor expresaba
su arte, a base de adaptar fielmente las viñetas originales abusando de manera
necesaria e inteligente de los efectos digitales. Después vinieron la
sensacional “300” y la olvidable “The Spirit”, con la que Miller probaría
suerte en solitario en el celuloide con resultados más que discutibles.
Por eso, por ser la
pionera en lo que a mimetizar viñetas se refiere, el listón estaba demasiado
alto. Eso y que nueve años es un lapsus de tiempo demasiado largo, en el que el
recurso que convertía en original a la primera cinta ya se encontraba
sobreexplotado. Con estos dos importantes puntos en contra juega esta “Sin
City: A Dame To Kill For”, que ya a priori carece de la frescura del festín de
saturación monocromática de su predecesora, a la vez que se ve incapaz de ofrecer
algo nuevo que pueda atraer al espectador.
Así que, como mínimo,
podría esperarse de ella una digna secuela, una sucesora solvente de la primera
entrega. Y aquí es donde reside su mayor hándicap, que es infinitamente
inferior a aquélla en todas sus vertientes, incluso las cinematográficas,
faltándole su capacidad de hacer explosión en cada fotograma. Comienza bien,
con una mini historia de Marv de lo más resultona, pero a partir de aquí el
conjunto se resiente. El montaje de los relatos es bastante caótico –la segunda
historia se mezcla con la cuarta, y ambas quedan cortadas para dar paso a la
que da título a la cinta-, la historia principal dura demasiado, y las de
cierre poco importan cuando ya llevas media hora mirando el reloj, y menos si
conviertes en protagonista de una de ellas a Jessica Alba y desaprovechas la
presencia de Joseph Gordon-Levitt. La estructura del guión no ayuda, y es que
te pasas toda la cinta tratando de poner en orden las historias con respecto a
las de la primera entrega. Han pasado los años y los actores están visiblemente
más viejos, y esto no ayuda en absoluto a ordenar cronológicamente las tramas.
No obstante, lo peor de
todo es que parece estar hecha con una absoluta falta de ganas por parte de
Robert Rodriguez, quien no encuentra un atisbo de originalidad fílmica desde
hace unos años, y el propio Frank Miller, hasta el punto de que no está tan
mimada a nivel cinematográfico como la anterior, pareciendo más un capricho del
mexicano –el mismo que le ha llevado a hacer varias “Spy Kids” y otros
escarceos infantiles en 3D y 4D- que una adaptación en sí misma. A destacar,
eso sí, las incorporaciones de Josh Brolin y, especialmente, la de Eva Green,
tan sexy, arrebatadora, magnética y robasescenas como siempre. Un auténtico
imán de mujer a la que no le hace justicia estar en una película que, con mucha
razón, ha recibido palos por parte de la crítica y el público estadounidenses.
Pero poco se le puede pedir a un material que ya vivió su momento de gloria
hace casi una década, y a unas malas calles que ya nos conocemos de memoria.
A
favor: Josh Brolin y, sobre todo, Eva Green
En
contra: prácticamente todo lo demás
Calificación *1/2
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