El diablo que llevamos dentro
Si algo demostraba Joe
Hill en la mordaz y ácida “Cuernos” era que, efectivamente, era hijo de su
padre. Su prosa era directa y visual y, tal como le suele ocurrir a Stephen
King, partía de una idea original e innovadora que acababa desinflándose
conforme avanzaba para culminar en un anti clímax en el que podría habérsele
sacado mucho más jugo a la potente premisa inicial.
A nivel de adaptación,
no podría haber conseguido Alexandre Aja, que en esta ocasión parte de un guión
ajeno, aproximarse más a la obra original. Ha entendido el relato de Hill en
clave de humor negro, a veces pueril pero efectivo, afilando aún más si cabe
ese sentido del humor que ya destilaban las páginas del libro. Porque no podía
enfocarse de otra manera la historia de un chaval al que, un mal día, le crecen
unos cuernos en la frente. Durante su primera hora de metraje, su “Horns” es
precisamente eso, una comedia negra de tintes sobrenaturales que se toma muy
poco en serio a sí misma, y que invita al espectador a reírse con ella,
alternando los pasajes humorísticos con una serie de flashbacks perfectamente
insertados que remiten directamente a aquel “Cuenta conmigo” ochentero.
Pero tal es su
mimetización con la novela que sigue también el mal rumbo que ésta emprende.
Una vez se acaba el humor y da paso al thriller de venganza con mensaje de amor
eternamente demoniaco de fondo, Aja no encuentra el punto justo hacia el que
dirigir la historia de una propuesta que pedía a gritos explotar toda esa mala
hostia y oscuridad que ya supuraba por sus fotogramas durante su primera mitad.
Y, por qué no, no habría venido mal algo de gore sin complejos en este
segmento. Solamente en sus minutos finales lo consigue, pero ya por entonces es
tarde para dejar salir el demonio que lleva dentro la película.
El enfant terrible del cine francés logra otra cinta entretenida, algo
que lleva regalándonos desde hace unos años, pero lejos de aquellos dos
primeros trabajos que prometían a un cineasta salvaje y transgresor. Eso sí,
consigue que nos olvidemos de Harry Potter en ese ángel caído encarnado con
frescura y malicia por Daniel Radcliffe, y nos enseña que, tal y como decía
Hill en la novela, supone una enorme ventaja ser uno de los diablos si vas a
vivir en un mundo que es, en sí mismo, un infierno. Aunque se le habría
agradecido sacar ese demonio que sus seguidores sabemos que habita en su
interior, ése que antaño nos regaló algunas de las escenas más bestias del
terror moderno.
A
favor: Daniel Radcliffe, y la mala baba de su primera
mitad
En
contra: no acaba de sacar el demonio que lleva dentro
Calificación ***
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