Una sala de estar, Schrödinger y
unas cuantas barritas luminosas
Hay una contraposición
de elementos en el primer largo de James
Ward Byrkit, curtido guionista en filmes como “Rango” encargado
del apartado artístico de la franquicia “Piratas del Caribe”, que ayudan a
entender las pretensiones de esta película: convertir un concepto tan difícil
de asimilar para cerebros no cuánticos como el gato de Schrödinger en un
pasatiempo inteligente con sólo ocho personajes y unas cuantas barritas luminosas
de colores. Como si Stephen Hawking tratase de explicar sus sesudas teorías
cosmológicas con caramelos, y que no nos aburramos por el camino. Es más, que
sintamos que juega con nosotros, y que participamos en dicho juego.
Eso es “Coherence”, un divertimento
de noventa minutos que juega con las leyes de la física cuántica a su antojo,
pero como dice su título, con coherencia. O valiéndose de la incoherencia
presente en dichas leyes. Un proyecto low
cost repleto de casas al final de la calle, identidades intercambiadas y
misterios por resolver que al final encajan a la perfección. Una proeza de la
ciencia-ficción que merece convertirse en un clásico del género desde ya por lo
bien que hace uso de los pocos recursos de los que dispone. Ocho convincentes actores,
prácticamente una sala de estar como escenario, una técnica de filmación cuasi
dogmática –por sus fotogramas se asoma el Thomas Vinterberg de la prodigiosa “Celebración”-
y un torrente de ideas ingeniosas que su director consigue guiar por el buen
camino, sin que nos perdamos y sin que acaben en una amalgama de incoherencias
argumentales. Algo, por otro lado, en lo que es muy fácil caer en un producto
de estas características, que se va complicando a medida que avanza.
Y listo, poco más
merece la pena decir sobre ella sin destriparla. Porque en una película como “Coherence”
es primordial asistir virgen, sin saber mucho más que lo que se nos presenta en
sus primeros minutos. Ocho amigos que se reúnen en torno a una mesa justo en la
noche en que un cometa surca el cielo, un acontecimiento que no volverá a
repetirse en mucho tiempo. Un clima de falsa cordialidad –por supuesto, hay
rencillas escondidas o conscientemente olvidadas- que se romperá en cuanto… y
hasta ahí se puede leer. Lo que viene después podría ser una especie de “Cube”
mezclado con “Another Earth”, aunando la tensión y el amor por la
ciencia-ficción de la primera con ese juego de dobles espejos de la segunda, pero
con un mayor sentido del entretenimiento cinematográfico.
Un must see para todo amante del género –a los demás puede que les
deje indiferentes, o a los que se pierdan por el camino- con el que Byrkit
explora a sus personajes y los expone ante sí mismos para que se intervengan
quirúrgicamente sin miramientos, y que en última instancia plantea una moraleja
sincera, directa y sobrecogedora por su visión del ser humano: ante todas las
opciones posibles que tenemos, la más cómoda y convincente es la que muestre el
reflejo más positivo de nosotros mismos y de los que nos rodean. Lo dicho,
coherente.
A favor: una gran idea
hecha con pocos recursos
En contra: que habrá
quien se pierda por el camino
Calificación ****
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