miércoles, 30 de abril de 2014

En paz descanse... Bob Hoskins (1942-2914)

Nunca fue un actor del método, ni un revienta taquillas, aunque muchos de sus trabajos arrasaron en términos económicos. Ni un actor de grandes premios. Lo que le motivaba a Bob Hoskins, uno de mis intérpretes favoritos desde pequeño, era actuar, hasta tal punto que era capaz de aceptar cualquier papel sin importarle lo ridículo del proyecto. Y lo mejor de todo era que salía airoso a nivel interpretativo. Pura solvencia y presencia. Porque pocos actores como él pueden decir que de una mala película, él era la excepción, la nota de calidad entre tanto desbarajuste. Y si no basta con ver la caótica “Super Mario Bros.”.

Hoskins comenzó su carrera en el teatro con apenas 20 años, y su primera incursión en cine no llegaría hasta 1972, año en el que también aparecería por primera vez en la televisión británica, medio que no abandonaría durante toda la década. Hasta que llegó “El largo viernes santo” (John McKenzie) en 1980, film que recibió reconocimientos a ambos lados del Atlántico, y que le proporcionó uno de sus pocos grandes papeles protagonistas. A partir de ahí empezó a hacerse un hueco en el cine made in USA, apareciendo en filmes como “Cotton Club” (Francis Ford Coppola, 1984), a la vez que continuaba su carrera en el Reino Unido en películas como “Pink Floyd The wall” (Alan Parker, 1982),  “Cónsul honorario” (J. McKenzie, 1983), “Brazil” (Terry Gilliam, 1985), “Réquiem por los que van a morir” (Mike Hodges, 1987) o “Mona Lisa” (Neil Jordan, 1986), cinta por la que consiguió su primera y única nominación al Oscar, así como su primer y único BAFTA, Globo de Oro y la mención en Cannes.


Sin embargo, se convirtió en una absoluta celebridad a raíz del éxito de taquilla de “¿Quién engañó a Roger Rabbit?” (Robert Zemeckis, 1988), papel que consiguió gracias a su facilidad para imitar el acento americano, hecho que hizo que muchas personas pusieran en duda su procedencia británica. A partir de entonces su carrera en Hollywood despegó, protagonizando “Sirenas” (Richard Benjamin, 1990), “La noche de los cristales rotos” (Wolfgang Petersen, 1991), “Hook” (Steven Spielberg, 1991), “Nixon” (Oliver Stone, 1995) o “Michael” (Nora Ephron, 1996), y en medio, la duramente criticada “Super Mario Bros.”, todo un batacazo en taquilla que no convenció ni a crítica ni a público.

Otros trabajos suyos fueron “Spice Girls: La película” (Bob Spiers, 1997), “El viaje de Felicia” (Atom Egoyan, 1999), “Enemigo a las puertas” (Jean-Jacques Annaud, 2001), “Sucedió en Manhattan” (Wayne Wang, 2002), “Danny the Dog” (Louis Leterrier, 2005), “Tránsito” (Marc Forster, 2005), “Hollywoodland” (Allen Coulter, 2006) y “Cuento de Navidad” (R. Zemeckis, 2009), y en televisión “Historias de la Cripta” –recomendable el episodio que protagonizó y dirigió para la mítica serie, “Fatal Caper”, “Frasier” y “The Saturday Night Live”. Hizo además sus pinitos en la dirección de largometrajes con dos títulos, destacando especialmente “El enigma del hechicero”, su debut en 1988.


En 2012 participó en el que sería su último film, “Blancanieves y la leyenda del cazador”, tras lo cual anunció su retirada de la actuación por padecer Parkinson. Hoskins, actor polifacético donde los hubiera, a la vez excéntrico y comedido según las exigencias del papel, pero siempre carismático, ha fallecido hoy a los 72 años de edad víctima de una neumonía, dejando para la posteridad más de un centenar y medio de trabajos en cine, televisión y teatro. Numerosas personalidades han expresado en las redes sociales su pesar ante la pérdida de su compañero de profesión y amigo, como el gran Stephen Fry en Twitter, que ha calificado de noticia horrible el anuncio de su fallecimiento. No era para menos. Bob Hoskins es, era y será un excelente actor. Un maestro. Descanse en paz, detective Valiant. 

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