Melancólico cuento de terror
Valiente y
aleccionadora la forma de distribuir “Purgatorio”. Buscando más la exhibición y
promoción de nuevos talentos que el éxito de taquilla, la película se ha
estrenado en cines y de manera paralela, su realizador ha lanzado a la red un
nuevo montaje del film en formato corto, dividiendo el original en cuatro
partes de menos de media hora de duración cada una. Un cine adaptado a los
tiempos que corren, una nueva forma de explotación que mira hacia el futuro de
un arte que podría tener los días contados si se sigue entendiendo como mera
carne de multisalas.
Pero también, la
enésima prueba de que hay historias que no dan para más que un cortometraje. Ya
lo demostró hace un año “Mamá”, el exitoso debut de los hermanos Muschietti, y
ahora “Purgatorio”, con la que Pau Teixidor debuta en el largometraje. La
historia es la misma, pero el montaje permite verla de manera diferente, y
donde el largo pierde, el cortometraje gana con contundencia.
Ni siquiera es
necesario ver “Purgatorio Redux”, aunque haciéndolo te haces una idea de cuál
es el pie del que cojea su hermana mayor. La sensación viendo “Purgatorio” es
la de corto estirado hasta la extenuación, la de una película que se ahoga a sí
misma en los tiempos muertos, de film con demasiado material de relleno. La
historia deambula entre el thriller psicológico, el drama, el terror y el
suspense, y ofrece un perverso juego infantil de funestas consecuencias. Pero
todas sus vertientes cinematográficas funcionan mejor por separado, y en
conjunto chirrían a pesar de lo modesto de un metraje que a pesar de su corta
duración, puede hacerse algo pesado en algunos pasajes.
Ahora bien, como toda
ópera prima, sirve muestrario de lo que podría ser un director a tener en
cuenta, un talento aún por pulir, o un cineasta que poco dará que hablar. Y
tanto en un lado del espejo cinematográfico como en el otro, tanto en el corto
como en el largo, Pau Teixidor apunta maneras. Domina de manera elocuente los
mecanismos del thriller, del suspense y el drama, sabe generar la atmósfera idónea
en cada situación, juega notablemente con el sonido, y dirige con solvencia a
sus actores, especialmente a esa Oona Chaplin en pleno estado de gracia. Ella
es el alma de este cuento al que algunos le achacarán la ausencia de
perversidad y malicia, pero que funciona bien melancólico cuento de terror
sobrenatural. Con sus más y sus menos. Con sus luces y sus sombras. Pero interesante.
Y prometedor.
A
favor: Oona Chaplin, y el descubrimiento de un cineasta a
tener en cuenta
En
contra: su historia no da para mucho más que un corto
Calificación **1/2
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