La herida abierta
De Oriente a Occidente,
pero sin llegar a cruzar totalmente el charco. Como su personaje protagonista
en “El pasado”, Asghar Farhadi emprende el viaje a Francia, como antes lo
hicieran sus compatriotas Abbas Kiarostami y Jafar Panahi. Es, sin duda, una
decisión digna de elogio no dejarse seducir por la maquinaria hollywoodiense,
especialmente tras llevarse el Oscar a casa, y abrazar el cine europeo, con
cuya cinematografía guarda bastante en común la trayectoria del cineasta iraní.
En su viaje al país
galo, Farhadi no ha perdido ni una sola seña de identidad, y ni tan siquiera ha
domesticado su mirada hacia la realidad. Relaciones paterno-filiales,
enfermedades que motores de la trama –en este caso la depresión-, secretos
susurrados a los cuatro vientos, diferencias culturales –se echa de menos que
el no localizarse en Irán afecte al desarrollo- y, especialmente, el pasado
como lastre de plomo que arrastra hacia un pozo a sus personajes.
En “El pasado”, la
atmósfera es la de una hostilidad sostenida, que casi nunca llega a estallar.
Hostilidad entre una mujer ante la vuelta de su ex marido para firmar los
papeles del divorcio, hostilidad de su nueva pareja ante el regreso de este,
hostilidad de unos hijos de diferentes padres frente a una relación con fecha
de caducidad, hostilidad ante los secretos de un pasado que se va revelando a
cuentagotas, dosificando inteligentemente la información.
Farhadi vuelve a
construir un sobrio melodrama que funciona a base de un suspense creado a
partir de la falta de información. Como diría el director, de un crucigrama
cuyas casillas deberán rellenar los espectadores. Un enigma en cadena de
realización muy europea, elegante e independiente, arropado por las fantásticas
interpretaciones de sus actores, con Bérénice Bejo y Ali Mosaffa a la cabeza, a
los que el realizador deja respirar sin apenas el apoyo de la música de fondo.
La constatación, para quienes aún no lo sabían, de que la Bejo es una excelente
actriz, por si alguien pensaba que estaba sobrevalorada a raíz de “The Artist”,
y el descubrimiento de un actorazo como Mosaffa.
No es, eso sí, el mejor
trabajo de Farhadi. Mantiene los elementos comunes de sus dos anteriores
películas, las muy superiores “A propósito de Elly” y “Nader y Simin, una
separación”, pero es una propuesta algo más acomodaticia. Funciona muy bien
durante sus dos primeros tercios, pero en su tramo final pierde fuelle al
intentar desvelar los misterios que encierra, poniendo demasiado énfasis en una
trama secundaria que, aunque importante, podría haberse resuelto de una manera
más convincente, sin el piloto automático puesto, y que distrae de lo que realmente interesa. Menos metraje habría estado bien para cerrar mejor la
historia. Y, aún así, estamos ante un muy buen trabajo en el que el pasado es
una herida abierta que se reabrirá sin descanso, a menos que nos enfrentemos a
él y pasemos página. Eso sí, siempre y cuando estemos dispuestos a tener
paciencia y esperar a que alguien cierre su mano por nosotros.
A
favor: Bejo y Mosaffa, y los dos primeros tercios de la
cinta
En
contra: que en su tramo final pierda algo de fuelle
tratando de desvelar misterios; la parte de la empleada de la tintorería
Calificación ***1/2
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