jueves, 27 de agosto de 2015

LA CRÍTICA. San Andrés

La fórmula del desastre
Un terremoto, un tornado, un edificio en llamas, una ola de dimensiones dantescas, un meteorito acercándose peligrosamente a la Tierra… Da igual cuál sea el cataclismo que se nos avecina. El cine de catástrofes solamente tiene una máxima por delante, la espectacularidad como leit motiv, la fórmula del más y más como único vehículo narrativo con el que sacudir y golpear al espectador. Y, por qué no, la seguridad que otorga a éste saber que lo que ve es ficción, y que se encuentra cómodamente en su butaca.

“San Andrés” sigue esa fórmula, y de ahí no se despega durante buena parte de su metraje. No pretende ser pretenciosa ni grandilocuente, y da al público lo que quiere, toneladas de edificios cayendo ante sus ojos y destrucción a mansalva. Más allá de eso no es más que una mezcla de todos los tópicos y nada exigentes moldes que han asentado este tipo de cine, y en ese sentido todo en ella cumple. El reparto cumple -unos más que otros- sin estar brillante, Dwayne Johnson desprende carisma por cada músculo de su cuerpo, las secuencias de acción son mastodónticas, los efectos especiales también cumplen a pesar de que en más de una ocasión se les vea el plumero, y la banda sonora de Andrew Lockington es efectiva y de lo más adecuada para cada situación que presenta la cinta.


No es una propuesta indicada para aquellos más exigentes que antepongan el guión sobre otros muchos aspectos. Porque no deja de ser una película que bien podría haber dirigido Roland Emmerich, pero tratando de tomarse a sí misma demasiado en serio, para al final acabar resultando igual de estúpida. Personajes de cartón piedra -se lleva la palma el de Ioan Gruffud, arquetípico de este tipo de producciones-, situaciones estereotipadas y que violan cualquier lógica física y argumental, y una trama familiar de por medio más bien floja que puede interesar o aburrir soberanamente.


En ese sentido no decepciona como entretenimiento pasajero, que se ve tan fácilmente como se olvida, si no se va buscando más que eso. Es sincera en sus intenciones, y la gran tapadilla dentro de los blockbusters veraniegos. Pero tampoco será un referente dentro del género. La sucesión de planos descaradamente digitales que propone Brad Peyton no está a la altura de la artesanía de estudio de Mark Robson en “Terremoto”, pero tampoco lo pretende. Siempre nos quedarán todos aquellos títulos de oro de los 70 repletos de estrellas del celuloide.

A favor: Dwayne Johnson, y su dosis de espectáculo digital
En contra: el guión, e ir buscando en ella algo más que lo que ofrece

Calificación **
                                                                               Se deja ver

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...