Con denominación de origen
A veces me pregunto qué
convierte en éxito a determinadas películas hasta el punto de convertirlas en
fenómenos sociales. Será la campaña de promoción, o un boca a boca que ensalza
las pocas virtudes del producto. O será, simplemente, que soy incapaz de reírme
a mandíbula abierta como esa señora que suele estar presente en todo cine en
este tipo de propuestas, y que se parte la caja con cualquier plano o frase.
Vamos, que no tengo sentido del humor.
Que no se
malinterpreten mis palabras. No es que “Ocho apellidos vascos” no merezca el
éxito que está cosechando. Es una buena película, y una efectiva comedia, y me
alegro por ella, su equipo responsable y por todo el cine español. Fenómenos
así le hacen mucha falta, y ojalá se sigan produciendo. Pero tras verla no hay
nada en ella que justifique todo el revuelo que se ha montado a su alrededor.
Es una comedia simpática, resultona, pero sencilla y nada destacable. Por
hacernos una idea, otras propuestas mucho más hilarantes y acertadas en lo que
a comedia se refiere como las recientes “Tres bodas de más” y “La gran familia
española”, aunque fueron taquillazos en su momento, merecían arrasar tanto como
la que nos ocupa o incluso más.
“Ocho apellidos vascos”
es una comedia local, muy española, con denominación de origen. Fuera de
nuestras fronteras tiene muy difícil el triunfo. Sus gags son puro diálogo
basado en las diferencias entre pueblos, entre norte y sur, entre andaluces y
vascos. Su guión recoge una selección de tópicos interminable sobre sendas
regiones, y los explota sin complejos. Unos tópicos con los que más de un
espectador podría sentirse ofendido.
Se ve con facilidad y
ligereza, pero a pesar de su denominación de origen, no hay nada en ella que
tenga pedigrí. Su director, Emilio Martínez-Lázaro no aporta un estilo personal
reconocible más allá de la comedia española costumbrista que viene
confeccionando desde los comienzos de su carrera. En su guión, escrito a cuatro
manos por el tándem Borja Cobeaga-Diego San José, no se reconoce el tipo de
humor de los autores de las imprescindibles “Pagafantas” y “No Controles”. Es
decir, que podría haber sido dirigida y escrita por cualquier otro, y habría
dado lo mismo.
Eso sí, buena parte de
que no se quede en una colección de tópicos graciosa está en su acertadísimo
reparto. Dani Rovira y Clara Lago, graciosísimos los dos y tan deliciosa ella
como siempre, soportan sobre sus espaldas con convicción y naturalidad el
protagonismo de la cinta. Carmen Machi demuestra una vez más su buena mano para
la comedia, si bien su personaje demandaba algo más de desarrollo. Y Karra
Elejalde viene a confirmar de nuevo el gran actor que es, y cómo mejora trabajo
tras trabajo. Lo demás, una cinta simpática, pero no rompedora ni inolvidable.
Pero ante el capote que le está echando a nuestro cine, bien necesitamos más
estrenos como este.
A
favor: su reparto, sin excepción
En
contra: su infinita colección de tópicos con la que más de
uno puede ofenderse
Calificación ***