Sumisión para princesitas
Anastasia resbala y cae
torpemente al entrar en el despacho de Christian. Él acude a levantarla del
suelo. Mientras se aproxima, la cámara avanza hacia ella, que dibuja en su
rostro una expresión romanticona de “me acabo de enamorar para siempre”. Junto
con este encuentro, y la conversación que mantendrán a continuación, quedan
presentados dos personajes y deberías entender la atracción que él despierta en
ella. Lo que viene a continuación es una sucesión de diálogos que pretenden ser
un tira y afloja entre ambos, pero repletos de frases ramplonas y simples, o
momentos en los que él le roza la mejilla y ella cierra los ojos como flotando
en una nube, sólo un par de escenas después de ese primer encuentro que debió
dejarnos claro por qué este señor causa ese poder de fascinación en ella.
No lo consigue. Para
entender esa primera escena hay que ser una princesita deseosa de encontrar un
chico siniestro y enigmático al que moldear. Éste es el nivel del guión y las
pretensiones de una de las películas más esperadas del año, basada en un
auténtico best seller que ha
encandilado a millones de lectores, especialmente mujeres, en todo el mundo.
Los demás aspectos de la película tampoco es que sean para tirar cohetes. La
dirección pretende ser elegante pero no pasa del telefilm, la música no
encuentra el tono general adecuado, las escenas de sexo son modositas y nada
excitantes, y sus interpretaciones son de auténtico manual del mal actor. Su
pareja protagonista no tiene química, él no transmite ese poder de superioridad
que necesita su personaje, y Dakota Johnson se salva en su fragilidad, pero
solamente por la mediocridad que la rodea. Da igual cómo acabe la trilogía, la
base es esta cinta, y a nivel cinematográfico cojea por todos lados.
“50 sombras de Grey” es
un producto hecho por y para esas féminas que han lubricado con las páginas del
libro, y los hombres que las acompañan aguantando el tipo. Sólo hay en ella un
aspecto valiente, y se produce durante su primera mitad. La propuesta se
convierte, contra todo pronóstico, en una comedia romántica involuntaria, tanto
en su guión como en la interpretación de los actores, incluso en la banda
sonora de Danny Elfman. Una comedia patética y tontorrona que parece querer
parodiar y mofarse del material original.
Gracias a este “salto
de trampolín sin agua”, la cinta logra un desenfado que se agradece, pero que
sólo existe para introducirte en una segunda mitad en la que la trama toma un giro
más serio y oscuro. Esto funcionaría si no fuera porque lo que intenta
venderte, su trasfondo, es pura sumisión para princesitas. Aquí no hay sado, no
hay un juego sexual de sumisión y dominación, lo que tenemos es la historia de
un ser que quiere controlar a la mujer con la que está, un maltratador
psicológico que confunde, como el propio film, el control en exceso con la
dominación sexual propiamente dicha. Y lo que queda es machismo edulcorado para
engañar a las masas. Es inconcebible que esté gustando a más de una espectadora,
y menos que más de una vea en él el prototipo del hombre de sus sueños. A todas
ellas va dirigida. A los demás, a los que busquen erotismo y bondage sin mojigaterías, siempre les
quedará “Emmanuelle 2”. O “Secretary”. O “El amante”. O “Las edades de Lulú”…
A
favor: Dakota Johnson, y cierto intento de burlarse del
material original durante su primera mitad
En
contra: todo lo demás
Calificación *