viernes, 16 de octubre de 2015

LA CRÍTICA. Marte (The Martian)

El hombre de las estrellas
Dentro del panorama cinematográfico, quizá sea Ridley Scott el paradigma idóneo del artesano cuyo nombre implica mayor repercusión que sus propias películas. Más de diez años lleva el cineasta británico sin dar un solo producto a la altura de su leyenda, entregando en este tiempo obras siempre rodeadas de una gran expectación que acaban diluyéndose una vez el público acude a las salas. Algunas nefastas -“Exodus”, “El reino de los cielos”-, otras buenas –“American Gangster”- y otras sencillamente, hinchadas por un peligroso hype que acaba estallándole en las narices –“Prometheus”, “Robin Hood”. E incluso podríamos decir que esta tendencia se remonta a los 90, al periodo entre “Thelma y Louise” y “Gladiator”.

Con “Marte (The Martian)”, nuevamente, lasexpectativas son enormes, y las posibilidades de recuperar a un buen artesano son interplanetarias. Al fin y al cabo, los errores del pasado no son del todo culpa suya. Scott es un buen director, tiene oficio en sus venas, sabe perfectamente cómo dirigir un film de manera solvente. Y la dirección no falla en este caso. Ni a nivel de actores –solamente sobra Kristen Wiig, la única cuya expresión denota falta de verosimilitud hacia su personaje-, si bien ninguno da una interpretación notable, ni a nivel de efectos especiales ni fotografía, y en resumen al nivel que se le exige a una producción de estas características.


Le falta a Scott, eso sí, reconocer cuándo está ante un buen guión. Una losa que ahora ha vuelto a arrastrar. Porque el libreto escrito por Drew Goddard trata de tocar demasiados temas al mismo tiempo, sin centrarse de manera convincente en ninguno. Lo que ocurre en la Tierra o en la nave de rescate importa menos que las desventuras de ese hombre de las estrellas que espera en el cielo por una ayuda que tarda demasiado en llegar. La película trata de dar el mismo peso a todas las partes, y ahí acaba perdiendo interés y peso conforme avanza el metraje, hasta el punto de hacerla larga y pesada. No hay emoción ni interés, no hay dimensión dramática, no hay un decálogo sobre la soledad humana, pero sí mucha frialdad y ciencia para dummies –ahí eleva exponencialmente el defecto nolaniano de explicar más de lo debido a la audiencia-, compensada por un humor tontorrón y un tono desenfadado que acerca más el conjunto a un público mayoritario, a las grandes masas, antes que al sector más adulto y serio.


“Marte (The Martian)” es, por tanto, el enésimo ejemplo de que Scott no es más que un buen mercenario de Hollywood, pero uno al que le cuesta escoger buenos proyectos. A años luz de aquel visionario que hace más de tres décadas años sí nos hizo mirar a las estrellas y hacia el futuro con ojos recelosos. De aquel hombre de las estrellas ya no queda más que puro oficio.

A favor: la artesanía de Scott
En contra: su humor, sus ansias explicativas, y lo mal equilibradas que están todos los temas que toca

Calificación **
                                                                               Se deja ver

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