miércoles, 7 de mayo de 2014

LA CRÍTICA: The Machine

¿Sueñan los androides con ver el amanecer?
No, la referencia a la obra de culto de Philip K. Dick en el título de esta reseña no es por un capricho personal, y no obedece a ninguna casualidad. “The Machine” bebe tanto de la historia del autor estadounidense como de su hermana en celuloide, “Blade Runner”. Y, con respecto a esta última, no solamente en su temática principal, la toma de conciencia de las máquinas y la relación con su creador, sino en una banda sonora que alcanza su plenitud en los créditos finales y que recuerda bastante a la compuesta por Vangelis para el clásico imperecedero de Ridley Scott.

Los temas que explora el segundo largo de Caradog W. James son de lo más interesantes, aunque hayan sido explotados en infinidad de ocasiones en el cine. A los ya mencionados con anterioridad encontramos la rebelión de las máquinas o los intereses del Gobierno para convertir una potencial arma curativa en una de destrucción masiva, la manipulación sin consentimiento de los individuos convertidos en asesinos cibernéticos letales, todo enmarcado en un futuro no demasiado lejano en el que Occidente sobrevive como puede ante una Guerra Fría contra una todopoderosa China. La defensa del país sobre los intereses del pueblo. La historia se repite.


Un mejunje de subtramas que, sabiéndolas llevar a buen puerto, da lo mismo si ya han sido exprimidas con anterioridad. Y “The Machine” lo intenta. Está cerca de conseguir ser novedosa, pero algo la ata en corto, no acaba de jugar todas sus cartas. Ya sea porque sus medios son bastante escasos –parece más un film para televisión que una película para cine-, o porque sus responsables tienen miedo de ir más allá y transgredir. Y manejando el material que manejan, o eres transgresor, o plantas cara a ese macro sistema que es el cine, o te quedas en un idealista adicto a asistir a manifestaciones multitudinarias en las que su voz no se oye más que la del resto.


Eso sí, se aplaude el intento. Porque en “The Machine”, bajo sus largas y oscuras escenas de interiores iluminadas por abusivos lens flares abramianos que funcionan peor que las escasas escenas de exteriores, bajo su estética de sci-fi de los 80, reside un corazón a punto de bombear sangre caliente por cada poro del cuerpo. Pero al final, el conjunto es tan frío, tan carente de profundidad dramática, sensibilidad y empatía como el rostro de Toby Stephens.

A favor: las temáticas que explora e intenta explotar
En contra: su frialdad, su estética televisiva y que no acaba de explotar todas sus posibilidades

Calificación: **

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