Ciencia-ficción de pura raza, sudor
y sangre
Orbitando en torno a la
Tierra se encuentra Elysium, un paraíso utópico donde los ricos pueden llevar
una vida “normal” lejos de las enfermedades, la sobrepoblación y la
contaminación que castigan a la superficie terrestre. ¿Dónde estamos todos los
demás? Pues viviendo una distopía en la que nuestro único anhelo es emigrar a
esa tierra de las segundas oportunidades en la que también viven sus propios
problemas, relacionados, mira tú qué casualidad, con la corrupción política.
“Elysium” viene a ser una
hermana gemela mucho más acomodada económicamente que “District 9”, la película
con la que Neil Blomkamp sorprendió hace ya cuatro años. No solamente en
estética, que constituye lo que parece ya una marca de la casa y que remite a
esos desérticos parajes sudafricanos de su ópera prima y a unos efectos especiales
baratos pero tremendamente realistas. Tampoco en la concepción de un futuro
poco esperanzador para una raza humana que tiene su mejor reflejo en un
protagonista egoísta, que va a lo suyo y
prefiere no mirar para otro lado que no sea para su propio ombligo. Lo es sobre
todo en una temática que aborda la división de clases y la exclusión social, un
particular apartheid en el que la clase poco adinerada es en este caso la
foránea.
Y aún así, siendo la
hermana pija, su poder de contundencia es bastante menor, y su voz no llega tan
alto. Su denuncia de fondo no queda desdibujada del todo, pero tampoco es algo
que quede clavado en la memoria una vez abandones la sala. Aquí es más bien una
excusa para elaborar un espectáculo de primerísimo nivel que justifique el
holgado presupuesto, y en ese sentido, “Elysium” cumple como blockbuster con cierto fondo para la
reflexión.
Su problema, por supuesto,
es haber nacido tras aquella fantástica primera incursión de género, y ya
sabemos que las comparaciones son muy odiosas. Eso sí, si en aquella el
personaje de Sharlto Copley suponía una catalización de todo lo despreciable de
la deshumanización ante lo extranjero, aquí su mismo personaje –el mejor de
toda la cinta, acompañado de los correctos, aunque no del todo aprovechados,
Matt Damon y Jodie Foster-, esquizofrénico y desquiciado, es el resumen del
tipo de film que Blomkamp ha parido, un entretenimiento que deja K.O. y que
tiene sus mejores momentos en forma de acción y ciencia-ficción ochentera
calificada R, la misma que ayudasen a rubricar hace un cuarto de siglo
cineastas como Miller, Verhoeven o Cameron en sus nada escrupulosos comienzos.
Ciencia-ficción de pura raza, sudor y sangre que tiene su desagradecido
contrapeso en algunos pasajes blandengues –la niñez del protagonista, su amiga
doctora y su hija- que vienen a contentar a las grandes productoras y a un
público más amplio, y que confirman su status de hermana rica, pero menos
hermosa.
A
favor: la poca falta de escrúpulos de sus pasajes más
salvajes, y Sharlto Copley
En
contra: compararla con “District 9”, y que sus pasajes
blandengues le resten efectividad
Calificación: ***1/2
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