Los mecanismos del miedo
En “28 semanas después”,
Juan Carlos Fresnadillo convertía una saga ajena en una catarsis personal sobre
cómo el amor puede activar los mecanismos que producen el miedo. Los lazos
afectivos, especialmente los familiares, vuelven a ser el eje de su nueva
propuesta, que por primera vez no surge de sus propias manos pero que
igualmente aprovecha para lanzarnos la aterradora idea de que el amor entre
padres e hijos y la sobreprotección de estos puede ser el origen de los
terrores infantiles más comunes que se activan en cuanto la oscuridad invade
nuestras habitaciones.
Y eso es lo más
siniestro y estremecedor de este cuento de monstruos que juega inteligentemente
con la fina línea que separa la realidad de las pesadillas. Porque “Intruders”
no es un film de terror, pese a poseer secuencias de una tensión extrema –concretamente,
cada vez que hace aparición Carahueca-, sino un relato sobre el terror. En ese
sentido, si escarbamos en su superficie, la película sale más que airosa.
Fresnadillo triunfa en su análisis, en el aspecto psicológico de la historia,
mucho más importante que brindarnos una serie de sustos milimétricamente
insertados. Nos ofrece dos historias separadas en la distancia, en las cuales
dos familias deben hacer frente a una amenaza que comienza siendo aparentemente
fantasiosa para transformarse en algo palpable, algo real, que pone en peligro
la vida de los hijos de los protagonistas. El vínculo afectivo entre unos
padres dispuestos a todo por proteger a sus hijos se mezcla con una atmósfera
amenazante, dispuesta a generar suspense, unos actores que cumplen con su
cometido –desde Clive Owen a Pilar López de Ayala, convincentes en la piel de
progenitores preocupados, pasando por los pequeños Ella Purnell e Izán
Corchero- y una banda sonora de Roque Baños que ayuda a mantener la atención en
todo momento.
Fresnadillo demuestra
el suficiente oficio tras la cámara como para darnos momentos inolvidables –la niña
sin cara frente al espejo, las apariciones de Carahueca-, en una propuesta que
en manos de otro habría resultado una historia más propia de las “Pesadillas”
de Stephen King. Para entendernos, en las manos equivocadas podría haber
quedado algo parecido a “Miedos 3D”, de Joe Dante. Y aún así, a veces hay
cierto parecido entre ambas. Porque pese a su forma y su encomiable mensaje de
fondo, en algunos momentos el conjunto es tan irregular, tiene tantos
altibajos, que casi tapa su propio discurso. Y entre ellos, habría que destacar
un desenlace empeñado en encajar demasiadas piezas de un puzle que solamente
requiere lo justo como para entender su moraleja, y el exceso de efectos
especiales en más de una secuencia, que te desubican más de la trama que
ayudarte a meterte en ella. Puede que sea de las más personales de su autor,
pero desde luego es la menos conseguida. O será que a alguien que ya en su
debut parió una obra maestra como “Intacto”, le exigía demasiado en su tercer
trabajo.
A favor: la buena mano de Fresnadillo, los actores, y el concepto del amor como fuente de los miedos
En contra: algún que otro exceso en los efectos, y cierta sensación de irregularidad en el conjunto
Valoración: ***
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