El Jardín Del Edén
Jesse y Celine ya no
son aquellos dos veinteañeros que vivían una noche de amor adolescente con las
horas contadas, entusiasmados por promesas de difícil cumplimiento y por un
futuro juntos bastante incierto. Tampoco son los treintañeros que, nueve años
después, se preguntaban qué habría pasado si hubiesen acudido a aquella
estación de la fría Viena de diciembre, y que se cuestionaban si con el paso de
los años acabarían odiándose el uno al otro como aquella pareja del tren cuya
discusión les unió antes del amanecer. “Antes
del anochecer” nace como consecuencia de esa balada con la que Jesse decidió
perder el avión de vuelta a casa. Nueve años después tiene dos preciosas hijas,
están pasando el verano en Grecia, y ya no divagan tanto acerca de la vida, el
futuro o el sexo, sino que han cambiado todo eso por conversaciones sobre el
trabajo o por el ruido de unos pies corriendo tras ellos que ocupan la mayor
parte de su tiempo.
Se acabó el sueño de
una noche de verano, se acabó el especular cómo sería la vida juntos de una
relación episódica. Ahora están viviendo esa vida. En pleno Jardín del Edén, a
lo que se enfrentan ahora es precisamente a aquello que les unió, a lo que cada
uno ha sacrificado por el otro, a eso por lo que posiblemente discutiera
aquella pareja del tren. Cuando Jesse muerde la manzana que Celine le da, se
produce la expulsión del paraíso. Comienzan los reproches y las culpas, en un
conato de lo que será la discusión de la habitación del hotel que acabará
decidiendo el futuro de su relación.
Igual que los dos
idealistas que se conocieron en el verano del 94, me niego a pensar que éste
sea el final de una saga. Prefiero seguir viviendo en el paraíso de estos dos
personajes, y dentro de nueve años asomarme y contemplar cómo viven su relación
bien entrados los cincuenta. “Antes del anochecer”, al igual que sus dos
antecesoras, vuelve a servirnos frescura y espontaneidad, aunque aquí Richard
Linklater adereza la receta con la savia de la comedia coral y generacional de
Altman y Allen, con las costas de una Grecia que parece no sumida en una crisis
financiera, con un metraje más extenso y probablemente innecesario pero que se
pasa en un suspiro gracias a la agilidad de sus diálogos.
Ethan Hawke y Julie
Delpy, tanto en el guión como en la realización, vuelven a manejar un tour de forcé
soberbio, un tira y afloja constante que va desde la perfecta compenetración en
pantalla hasta la verosimilitud de sus discusiones más acaloradas. Tanto ellos
como Linklater consiguen una obra exquisita y deliciosa, posiblemente la mejor de la
trilogía, y ya eso es decir mucho vistos sus precedentes. Aunque yo preferiría
que la historia continuara, que al final Jesse nos encantara con sus relatos y
Celine con sus canciones, como serpientes testigos del devenir de la relación
entre estos modernos Adán y Eva.
A
favor: prácticamente todo
En
contra: quizá no era necesario que durase tanto
Calificación: ****1/2
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