lunes, 26 de diciembre de 2011

LA CRÍTICA: Drive


Un auténtico ser humano, un auténtico héroe…

De día es especialista de cine. De noche, es tuyo durante cinco minutos si necesitas un conductor experto en fugas. Se le conoce simplemente como Driver, como el antihéroe anónimo de los spaghetti western de Sergio Leone, y no tiene pasado ni vida aparente. Es, sencillamente, un auténtico ser humano, un auténtico héroe…


Ya sea en sus créditos iniciales en cursiva y rosa y su puesta en escena, que rememoran la estética glam de filmes como “To live and to die in L.A.”, “Risky Business” o el thriller negro de acción  de los ochenta, o en su electrizante banda sonora, lo que desprende “Drive” es pura nostalgia, un aire retro que va  desde esas secuencias nocturnas aéreas de Michael Mann hasta las tramas criminales de Walter Hill, pasando por el samurái Alain Delon de Jean Pierre Melville. 


Driver es como el James Caan de “Ladrón” o el Ryan O’Neal de “Driver”: un personaje frío, inmutable, que jamás carga una pistola y no se involucra en nada, salvo cuando la circunstancias lo requieren, y provisto de un inquebrantable sentido de la justicia. Cazadora, palillo en la boca y botines… Lo suyo es guiar a los demás. De su pasado no sabemos nada, ni lo sabremos todo. Sólo le conoceremos por sus actos, que van desde la pasividad más absoluta hasta el más horrible de los crímenes. 


Imposible es aunar en una sola crítica las referencias de las que se vale Nicolas Winding Refn para construir este impecable ejercicio de estilo repleto de elegancia, sobriamente narrado a ritmo de la música de Cliff Martínez, y que deja una extraña sensación de placer culpable, especialmente por descubrir a estas alturas a un cineasta que ya lleva bastantes trabajos a sus espaldas.


El director erige un retrato de la figura del samurái solitario a través del contenido rostro de Ryan Gosling, actor tremebundo donde los haya, en dos actos: uno inicial prácticamente carente de diálogos, con silencios que dicen más que las palabras, seguido de un giro de 180 grados al más puro estilo “Una historia de violencia” de Cronenberg, donde predominan la acción y la violencia tarantinianas. Nada sobra y nada falta en un thriller tan sobrio que se beneficia de unos secundarios de lujo –Albert Brooks resulta amenazante sin necesidad de abrir la boca, alejándose de sus papeles cómicos pero sin superar a Bryan Cranston, y Carey Mulligan aporta candidez y fragilidad a la propuesta-, una fotografía excelente y una composición de planos que deja secuencias que se prevén icónicas, como la del vengador enmascarado vigilando a Ron Perlman, la paliza en el ascensor o el atraco a la casa de empeños y su posterior fuga. Una cinta que dado su anacronismo puede quedar desfasada para algunos. O la amas, o la odias. Porque el tipo de cine que rememora ya hace tiempo que pasó a mejor vida. Tristemente.



A favor: Ryan Gosling, el uso de la banda sonora, la elegancia del realizador en la puesta en escena…
En contra: su anacronismo y nostalgia pueden no ser del gusto de todos

Valoración: ****1/2

3 comentarios:

Emilio Luna dijo...

Ya sabes lo que opino del filme. Una maravilla que desafía el tiempo. Excelente a nivel técnico. A mi me llegó y mucho. Me gusta el fragmente de la canción del final como principio de la crítica.

Un abrazo amigo!

Daniel Bermeo dijo...

Muy de acuerdo en todas las opiniones. Este film despierta una pasion increible. Sus personajes son tan melancolicos y nostalgicos que son imposible de no admirarlos.

Saludos.

Gerardo Medina Pérez dijo...

Muchas gracias Daniel y Emilio. El público no la ha entendido como debe. Eso o, más bien, la han vendido como lo que no es: una nueva Fast & Furious. Así se ha llevado malos comentarios de los espectadores en Estados Unidos. A la crítica, en cambio, le está encantando. Y es que su ejercicio de nostalgia y melancolía puede quedarse anticuado para algunos, pero si logras entrar en su dinámica es una delicia. Una auténtica joya, una auténtica obra maestra... Esperemos que el tiempo la ponga en su lugar. Yo por lo pronto he tenido que hacerme con la banda sonora, porque me ha dejado tonto.

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