Un monstruo viene a vernos
De todo el imaginario
literario que Stephen King ha parido como fuente de inspiración en este casi
medio siglo de profesión, quizá sea “It” el libro que mejor atesora y resume
las pulsiones del escritor de Maine. Los miedos infantiles, la dolorosa
transición de la infancia a la madurez, la pérdida de la inocencia de la manera
más traumática posible… Podría decirse que es su obra definitiva a nivel
temático, que no la mejor, dentro del género que le ha dado los mayores réditos
en ventas.
En ese sentido, podría
también asegurarse que Andy Muschietti ha hecho muy bien los deberes, y que
está llamado por derecho propio a ser uno de los cineastas que mejor ha sabido
entender la psicología tras las páginas de King. Su “It” constituye la
adaptación definitiva que se ha hecho de una novela del maestro del terror a la
pantalla grande. Muschietti ha conseguido abarcar como pocos el complejo
universo de King, y su film se erige como una adaptación de la obra del
escritor en general, y no solamente del libro que le da título.
Así, “It” no es
únicamente una película de terror. Es una cinta sobre el terror, sobre los
miedos de toda una etapa de nuestras vidas que, como adultos, seremos siempre
incapaces de rememorar con detalle, por mucho que nos empeñemos en asegurar que
recordamos nuestra infancia. El miedo encarnado por un malévolo payaso –formidable
y aterrador Bill Skarsgard- y sus múltiples formas, el miedo que ejercen sobre
nosotros nuestros propios familiares, el matón de la escuela, las amistades y
alianzas rotas, la pérdida… Un miedo que su director acierta a retratar como si
de un episodio de la serie “Pesadillas” se tratase, como si estuviéramos encerrados
en una casa del terror. O incluso peor, en esa casa de Neibolt cuyas escenas
constituyen de lo mejor y más escalofriante de todo el film.
Un relato sombrío sobre
la muerte de la infancia, que exige del espectador precisamente volver la vista
atrás, a los amores de verano montados en bicicletas, a la nostalgia de una
época pasada dulce, pero tristemente dejada atrás. Un pacto con la infancia que
nos permitirá disfrutar de su espléndido reparto de jóvenes actores, de la
fantástica y tenebrosa atmósfera que ha conseguido Muschietti en cada escena,
que si bien arrastra algunos escollos propios de los tiempos que corren –esos dichosos
jump scares de los que tanto abusa- o
del material original –las apariciones del payaso pueden hacerse repetitivas en
su primer tramo-, sí que mejora algunos aspectos de éste –la escena de las diapositivas
o el tramo final, de mayor contundencia-, a la par que sacrifica algunos detalles
de la historia que podrían haberla enriquecido mucho más, como la historia del
pueblo y sus habitantes y el papel de Pennywise en ella.
Pero en general, King
puede estar más que contento. Pocas películas han logrado abarcar el ideario
completo de su obra de esta manera, para recordarnos, una vez más, que los
monstruos viven dentro de nosotros. Nos visitan, disfrutan viniendo a vernos y
aterrorizándonos. Y como diría el propio autor, a veces ellos ganan. A veces.
A
favor: lo bien que Muschietti ha sabido plasmar los miedos
infantiles y la obra de King en general
En
contra: que más de uno no se una al pacto de infancia que
supone verla, el abuso de los jump scares
Calificación ****
No se la pierda
No hay comentarios:
Publicar un comentario