Eres más pequeño de lo que recordaba
No es fácil escribir
sobre un film como “El juego de Gerald”. No lo es por su proximidad con la
exitosa “It” de Andy Muschietti, una cinta que reúne todas las constantes de la
obra de Stephen King como pocas producciones hollywoodienses hasta ahora. Y no
hablo de su proximidad temporal, en un año que está siendo todo un trampolín
para el reconocimiento del escritor de “El resplandor” o “Misery”. Como si lo
necesitase a estas alturas.
No es fácil escribir
sobre ella porque es muy sencillo caer en la repetición. “El juego de Gerald”
plantea una trama de lo más enfermiza, pero sustentándose en una premisa de lo
más realista. Porque lo que en ella ocurre, podría ocurrirle a cualquiera. Un
matrimonio va a una casa apartada en el bosque, dispuestos a explorar nuevos
horizontes sexuales que aviven la llama de la relación. Él propone un juego de
sumisión que pasa por esposarla a ella. Pero tras un ataque al corazón de su
cónyuge, ella queda esposada a esa cama, a expensas de que el tiempo dictamine
su destino. Nadie pasará por allí para ayudarla. Está alejada del mundo, a
solas con un cadáver y sus pensamientos. El suspense está servido.
Sobre este
planteamiento, lo que tenemos es una historia que reincide en la idea de los
miedos originados a temprana edad fruto de un trauma. Es decir, una idea
recurrente en la obra de King que aquí no tiene forma de payaso, sino de todos
esos hombres que han condicionado la vida de su protagonista. Un miedo que
paraliza, que bloquea, y que es más importante que el hecho de salir con vida
de esa cama reconvertida en inminente ataúd.
Y pese a la repetición
en parte de la temática, que podría sonar a ya vista, y a la condición de
telefilme en potencia que podría desprender un producto de estas
características, especialmente dada su procedencia digital, Mike Flanagan logra
un ejercicio interesante, vibrante e intrigante, que unifica a la perfección el
mensaje que hay bajo su superficie con los momentos de angustia y desesperación
que su protagonista vivirá a lo largo del metraje.
Un personaje principal
encarnado con solvencia y convicción por una portentosa Carla Gugino, que ayuda
a la credibilidad de lo que vemos en pantalla, por muy rocambolesco e insano
que nos parezca. Suyo es buena parte del mérito de que “El juego de Gerald”
funcione tan bien. Ella y el hecho de que es mejor no acercarse al film
esperando encontrarse con un mero ejercicio de suspense. Hay mucho donde rascar
en el relato, y la disección que propone Flanagan está a otro nivel. El de la
parálisis emocional provocada por el miedo, que nos hace esposarnos a nosotros
mismos. Un miedo que, en más de una ocasión, es más pequeño de lo que
recordamos.
A
favor: la solvencia de Carla Gugino ante la cámara, de
Mike Flanagan tras ella, y del relato y el mensaje que cuenta
En
contra: habrá quien acuda a ella esperando un mero
ejercicio de suspense
Calificación ****
No se la pierda
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