¿Qué han hecho por nosotros los
españoles?
Viendo “Fe de etarras”
es imposible no acordarse de aquella aguda escena de “La vida de Brian” en la
que, en plena asamblea del Frente Judaico Popular -¿o era Frente Popular de
Judea?-, sus miembros trataban de proclamar sus derechos a la vez que caían en la
cuenta de todo lo que los romanos habían hecho por su pueblo. Ya entonces, los
Monty Python buscaban desde el absurdo poner en entredicho la idea de la
independencia, de la reivindicación de los derechos, del quejarse y pedir cosas
porque sí.
Borja Cobeaga no
necesita tirar del absurdo para hilar fino en su nueva película. Sabe que ya
bastante absurda es la situación política en este país, que esos cuatro etarras
encerrados en un piso franco a la espera de una llamada que no llega son de por
sí tan absurdos como ver a Gila esperando a que se ponga el enemigo al
teléfono. Porque España es un chiste en sí mismo, y no había mejor manera de
retratarla que desde un humor costumbrista deudor de los mejores comediantes
del país.
Cobeaga no da puntada
sin hilo, no deja títere con cabeza ni hace rehenes. No es la primera vez que
lo hace, todo sea dicho de paso. Ahí está la estupenda y reivindicable
“Negociador” como primer intento de acercamiento humorístico a un tema tan
delicado como el terrorismo. Sin embargo, “Fe de etarras” es algo más que una
mofa hacia este tema. Es un fiel reflejo de esa España rota por los
fundamentalismos populistas, incapaz de reírse de sí misma, lastrada aún por la
alargada sombra de un pasado que pesa como una losa.
Es ahí donde su director
y guionista se lanza a una piscina sin agua. Su nuevo trabajo constituye un
ejercicio de humor inteligente para el que este país aún no está preparado, ni
para el que lo estará si sigue mirando atrás con rencor. Una película de
rabiosa actualidad, valiente y realista, que tiene en su libreto y en las
interpretaciones de su cuarteto protagonista –a destacar ese torbellino llamado
Miren Ibarguren, y la presencia de uno de los grandes del país, Javier Cámara- razones
más que suficientes para justificar su visionado.
Habrá quien la ignore
por no saber mirar más allá de su propio odio y sus ideales partidistas. Habrá
quien se atreva y salga ofendido. Incluso habrá quien no sabrá si debe
disfrutarla, por lo incómodo de sus chistes afilados. Pero todos demuestran así
que estamos ante el film más necesario, audaz y tocapelotas que ha dado el cine
patrio en los últimos años. Y sin recurrir a las armas.
A
favor: el reparto, especialmente Cámara e Ibarguren, el
guión y su valentía
En
contra: España aún no está preparada para una comedia así
Calificación ****
No se la pierda
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