Largos
travellings, personajes mirando a cámara, planos cenitales, adultos que parecen
niños, tonos mostaza… Y un reparto que conforma una familia que crece y crece
película tras película. “The Grand Budapest Hotel” es puro Wes Anderson, para
bien –sus fans estarán encantados- y para mal –sus detractores ya van afilando
los cuchillos-. Eso sí, una cosa es impepinable: Ralph Fiennes ha venido para
quedarse en la familia, y parece la mar de cómodo.
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