viernes, 25 de octubre de 2013

En paz descanse... Amparo Soler Leal (1933-2013)

Ayer despedimos a un grande de nuestro actriz, y hoy toca decirle adiós a una excelente actriz, otro icono de nuestro cine que, me temo, nunca tuvo el reconocimiento que mereció en sus últimos años de profesión. Amparo Soler Leal comenzó en el teatro a finales de los años 40 en la obra de Alfonso Paso titulada “No me mientas tanto”, y durante cuatro años  se forjó en los escenarios a las órdenes de, entre otros, Luis Escobar en “Historias de una casa”, hasta que en los 60 formó su propia compañía teatral.

Fue en 1953 cuando comenzó su carrera cinematográfica en “Puebla de las mujeres”, a las que siguieron “Usted puede ser un asesino”, que supuso su gran trampolín, “Plácido”, “La gran familia”, “La familia… y uno más”, “Las que tienen que servir”, “El bosque del lobo” o “El discreto encanto de la burguesía”. Todos estos trabajos demostraron su enorme versatilidad en comedia y drama, y le permitieron trabajar con grandes cineastas como Luis García Berlanga, Luis Buñuel, o Pedro Olea.

A mediados de los 70 dejó los escenarios para centrarse en el cine y la televisión, trabajando a las órdenes de Armiñán (“El amor del capitán Brando”), Berlanga (“Tamaño natural”, “La escopeta nacional”, “Patrimonio nacional”, “Nacional III”, “La vaquilla”, “Todos a la cárcel”, “París-Tombuctú”), Pilar Miró (“El crimen de Cuenca”, “Gary Cooper, que estás en los cielos”), Jaime Chávarri (“Las bicicletas son para el verano”) o Pedro Almodóvar (“¿Qué he hecho yo para merecer esto?”), entre otros. En la pequeña pantalla pudimos verla en “Tres eran tres”, “Querido maestro”, “7 vidas” o “Un paso adelante”, hasta que en 2009 cesó su actividad profesional.

En el terreno sentimental, estuvo casada con el actor Adolfo Marsillach y el productor Alfredo Matas, y con ninguno de los dos llegó a tener hijos. Y pese a que consiguió tres Fotogramas de Plata, tres premios del CEC y un premio ACE de Nueva York a la mejor actriz, nuestra querida Academia nunca la nominó siquiera. Amparo Soler Leal fallecía hoy a los 80 años de edad dejando un legado de casi un centenar de trabajos, y daba igual que no se la reconociera como merecía con infinidad de galardones, pues sus más de 50 años de profesión bien merecen el respeto y la admiración de todos. Descanse en paz.

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