miércoles, 22 de febrero de 2012

LA CRÍTICA: La mujer de negro

La vuelta al terror victoriano

Como si de una sesión doble fantasmagórica en forma de tren de la bruja cíclico se tratase, “La mujer de negro” acaba donde empieza la reciente “Insidious”, con una presencia fantasmal aterradora acechando desde la oscuridad. Ambas, no por casualidad, siguen los mismos esquemas. De vez en cuando al séptimo arte en general, y al terror en particular, le gusta revisitar viejos fantasmas, en este caso el de las casas encantadas. No obstante, donde el híbrido de Leigh Wannell y James Wan disfrutaba ofreciendo un museo de los horrores absolutamente freak, algo que no fue del agrado de buena parte del público, la segunda película del británico James Watkins apuesta por el clasicismo en la puesta en escena.

Tras la notable, y frenéticamente descorazonadora por su psicopático retrato de la adolescencia, “Eden Lake”, Watkins cambia totalmente de registro para ofrecernos una de terror a la más antigua usanza. Aquí no se intenta innovar, si bien se introducen ciertos elementos del terror japonés –la aterradora dama de negro del título es buena prueba de ello-  y de ese terror de qualité con “El orfanato” como nuestro mejor ejemplo. Todo huele a añejo, a clásico: una mansión abandonada, un pueblo con mucho que esconder, espíritus de niños vagando por las inmediaciones, un pantano infranqueable que conecta con una isla apartada, una espesa neblina que cubre los góticos escenarios, y hasta un inoportuno cuervo.


“La mujer de negro” supone con todos sus elementos clásicos la vuelta de la Hammer al terror victoriano, ese con el que despuntara hace medio siglo, pero con menos hemoglobina y carga erótica, tras proyectos olvidables como “La víctima perfecta” o el mejorable remake de “Déjame entrar”. Watkins consigue crear mal rollo a través de una atmósfera inquietante y cargada de tensión, gracias a una fotografía, una dirección artística, una banda sonora y en general una ambientación sobresalientes, en la que también merece la pena destacar a un correcto Daniel Radcliffe y a dos secundarios de lujo como Ciarán Hinds y Janet McTeer, dos intérpretes capaces de convertir dos roles secundarios en lo más destacable de las escenas en las que aparecen.


Si analizamos sus noventa minutos de metraje, lo cierto es que es de esas pocas cintas que no poseen altibajos durante su desarrollo, aunque su final sea algo flojo. Todo, hasta el más mínimo detalle –que los tiene, e incontables-, está ahí por una razón, y sin embargo finalizado su visionado no quede más que una efectiva película de miedo, sin mayor trascendencia. Eso sí, una de miedo que nos hace pasar el peor rato de nuestras vidas cuando el protagonista pasa su primera noche en la casa encantada. Para verla en la oscuridad.

A favor: su atmósfera, y la noche que pasa el protagonista en la casa encantada
En contra: no pasa de ser una de miedo muy efectiva

Valoración: ***

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