La vuelta al terror victoriano
Como
si de una sesión doble fantasmagórica en forma de tren de la bruja cíclico se
tratase, “La mujer de negro” acaba donde empieza la reciente “Insidious”, con
una presencia fantasmal aterradora acechando desde la oscuridad. Ambas, no por
casualidad, siguen los mismos esquemas. De vez en cuando al séptimo arte en
general, y al terror en particular, le gusta revisitar viejos fantasmas, en
este caso el de las casas encantadas. No obstante, donde el híbrido de Leigh
Wannell y James Wan disfrutaba ofreciendo un museo de los horrores
absolutamente freak, algo que no fue del agrado de buena parte del público, la
segunda película del británico James Watkins apuesta por el clasicismo en la
puesta en escena.
Tras la notable, y
frenéticamente descorazonadora por su psicopático retrato de la adolescencia, “Eden
Lake”, Watkins cambia totalmente de registro para ofrecernos una de terror a la
más antigua usanza. Aquí no se intenta innovar, si bien se introducen ciertos
elementos del terror japonés –la aterradora dama de negro del título es buena
prueba de ello- y de ese terror de qualité con “El orfanato” como nuestro
mejor ejemplo. Todo huele a añejo, a clásico: una mansión abandonada, un pueblo
con mucho que esconder, espíritus de niños vagando por las inmediaciones, un
pantano infranqueable que conecta con una isla apartada, una espesa neblina que
cubre los góticos escenarios, y hasta un inoportuno cuervo.
“La mujer de negro”
supone con todos sus elementos clásicos la vuelta de la Hammer al terror
victoriano, ese con el que despuntara hace medio siglo, pero con menos
hemoglobina y carga erótica, tras proyectos olvidables como “La víctima
perfecta” o el mejorable remake de “Déjame entrar”. Watkins consigue crear mal
rollo a través de una atmósfera inquietante y cargada de tensión, gracias a una fotografía,
una dirección artística, una banda sonora y en general una ambientación
sobresalientes, en la que también merece la pena destacar a un correcto Daniel
Radcliffe y a dos secundarios de lujo como Ciarán Hinds y Janet McTeer, dos
intérpretes capaces de convertir dos roles secundarios en lo más destacable de
las escenas en las que aparecen.
Si analizamos sus
noventa minutos de metraje, lo cierto es que es de esas pocas cintas que no
poseen altibajos durante su desarrollo, aunque su final sea algo flojo. Todo, hasta el más mínimo detalle –que los
tiene, e incontables-, está ahí por una razón, y sin embargo finalizado su
visionado no quede más que una efectiva película de miedo, sin mayor
trascendencia. Eso sí, una de miedo que nos hace pasar el peor rato de nuestras
vidas cuando el protagonista pasa su primera noche en la casa encantada. Para
verla en la oscuridad.
A favor: su atmósfera,
y la noche que pasa el protagonista en la casa encantada
En contra: no pasa de
ser una de miedo muy efectiva
Valoración: ***
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