miércoles, 1 de noviembre de 2017

LA CRÍTICA. 1922

Esas malditas ratas
1922. Las cosas eran distintas aquel año. Más sencillas. El mayor orgullo de un hombre eran sus tierras. Sus tierras y una descendencia a la que dejárselas. Ésta es la historia de aquel año, de lo que supuso para un granjero y su familia. También es la historia de un confabulador, de un hombre que vio en su mujer a un enemigo del que librarse por el bien de su propio progreso. Porque en 1922, las cosas eran distintas, y deshacerse de alguien era más sencillo. O eso creía él.

2017. Sin duda el año de Stephen King. Mientras en la gran pantalla triunfa el nuevo “It”, en las plataformas digitales se explota el talento del maestro del terror, con Netflix a la cabeza. Unas veces con poca fortuna –ahí está esa “La niebla”, que no ha pasado de la primera temporada-, y otras sabiendo balancear a la perfección la temática del autor con la historia que se cuenta.

“1922” pertenece a este ilustro último grupo, como ya lo hiciera la recomendable “El juego de Gerald” antes. Zack Hilditch dirige con brío, con una excelente fotografía y una atmosférica banda sonora, este relato a medio camino entre el drama familiar, el suspense, el terror y el western, que si bien tiene sus peros de guión y montaje, como el hecho de que las razones que motivan a su personaje principal no acaban de estar del todo bien expuestas, sí que consigue un equilibrio de lo más loable entre lo que quiere contar y cómo lo hace. Tomándose su tiempo, de manera pausada –quizá demasiado, ya que tarda bastante en entrar en materia-, dando más importancia en poner al espectador en situación que en darle lo que busca, beneficiada además por la imponente y convincente figura de un Thomas Jane en estado de gracia.


El cineasta ha sabido captar a la perfección el espíritu de la obra de King. Es una historia de terror, pero sin necesidad de recurrir a sustos ni golpes de efecto. El terror está en otro lado, en la pesadilla que vivirá su protagonista, por esa culpa que le corroerá por dentro. Una culpa que se extiende como un virus. Como una plaga que afecta a todo su entorno, a los que le rodean. Como esas malditas ratas que devoran todo a su paso, que te martillean el cerebro al otro lado de la pared. En aquel fatídico 1922, este granjero conspirador aprendió la lección. Esas ratas acaban alcanzándonos a todos.


A favor: la dirección, la atmósfera, la banda sonora, la fotografía y Thomas Jane
En contra: alguno se desesperará por su lentitud

Calificación ***1/2
Merece mucho la pena 

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