Cuando
algo sorprende, es rematadamente difícil mantener el mismo nivel de sorpresa o
de originalidad. "Stranger Things 2" tenía esa ardua tarea, la de
equiparar el nivel de estupefacción y asombro de todos aquellos que vimos y
disfrutamos de la primera temporada.
Me gustaría
decir que lo consigue, pero no es así. No es una mala temporada en absoluto,
simplemente me ha resultado inferior a la anterior. Porque todo en ella suena a
ya visto, ya masticado con anterioridad. Los hermanos Duffer han ido sobre
seguro, han preferido no arriesgar, y han acabado ofreciendo más de lo mismo.
Misma nostalgia ochentera -los momentos Ghostbusters o el baile en el instituto
son para enmarcar- y prácticamente la misma trama. Muchos lugares comunes ya
visitados, sin explotar ninguno de los puntos que hacían fuerte a la primera
entrega de episodios. Más protagonismo, eso sí, por parte de Winona Ryder, Gaten
Matarazzo –Dustin- y Noah Schnapp –Will-, los dos primeros a sabiendas de que
calaron hondo en el público en la temporada anterior. Y alguna que otra
agradecida incorporación al conjunto, como la de Sadie Sink –Max-, o la de Sean
Astin, de cuya bonachona y simpática presencia se han valido para crear impacto
en una de los momentos más sangrientos de toda la entrega.
Y algunos de dichos puntos, mal utilizados. Como ese sentimiento de camaradería y unidad de su grupo de niños protagonista. Aquí están separados prácticamente durante toda la temporada, y eso se nota a peor. Algunos, ni siquiera están, como Finn Wolfhard –Mike. El caso más alarmante es el de Millie Bobby Brown –Evelen-, que se aísla de todos hasta bien avanzada la temporada, llegando a protagonizar incluso un episodio que ya está enmarcado como uno de los peores de la serie, con una subtrama mal aprovechada que podría haber servido más como cliffhanger para la siguiente tanda de capítulos. La separación hace la debilidad, lo mismo que la unión hace la fuerza. Justamente, es cuando están unidos cuando mejor funciona.
Y lo curioso es
que, pese a ofrecer al público más de lo mismo, pese a su carácter de fan
service, la fórmula sigue funcionando. Será la nostalgia, será el ritmo, será
la ambientación, o será que sencillamente, entretiene. Cada episodio se pasa en
un suspiro, y dan ganas de ver el siguiente. Pero se agradecería más arrojo y
originalidad. Es un producto al que mimar y cuidar. Si no, si repiten lo mismo
en la siguiente temporada, caerá fácilmente en el olvido.
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