miércoles, 4 de octubre de 2017

LA CRÍTICA. El juego de Gerald

Eres más pequeño de lo que recordaba
No es fácil escribir sobre un film como “El juego de Gerald”. No lo es por su proximidad con la exitosa “It” de Andy Muschietti, una cinta que reúne todas las constantes de la obra de Stephen King como pocas producciones hollywoodienses hasta ahora. Y no hablo de su proximidad temporal, en un año que está siendo todo un trampolín para el reconocimiento del escritor de “El resplandor” o “Misery”. Como si lo necesitase a estas alturas.

No es fácil escribir sobre ella porque es muy sencillo caer en la repetición. “El juego de Gerald” plantea una trama de lo más enfermiza, pero sustentándose en una premisa de lo más realista. Porque lo que en ella ocurre, podría ocurrirle a cualquiera. Un matrimonio va a una casa apartada en el bosque, dispuestos a explorar nuevos horizontes sexuales que aviven la llama de la relación. Él propone un juego de sumisión que pasa por esposarla a ella. Pero tras un ataque al corazón de su cónyuge, ella queda esposada a esa cama, a expensas de que el tiempo dictamine su destino. Nadie pasará por allí para ayudarla. Está alejada del mundo, a solas con un cadáver y sus pensamientos. El suspense está servido.


Sobre este planteamiento, lo que tenemos es una historia que reincide en la idea de los miedos originados a temprana edad fruto de un trauma. Es decir, una idea recurrente en la obra de King que aquí no tiene forma de payaso, sino de todos esos hombres que han condicionado la vida de su protagonista. Un miedo que paraliza, que bloquea, y que es más importante que el hecho de salir con vida de esa cama reconvertida en inminente ataúd.

Y pese a la repetición en parte de la temática, que podría sonar a ya vista, y a la condición de telefilme en potencia que podría desprender un producto de estas características, especialmente dada su procedencia digital, Mike Flanagan logra un ejercicio interesante, vibrante e intrigante, que unifica a la perfección el mensaje que hay bajo su superficie con los momentos de angustia y desesperación que su protagonista vivirá a lo largo del metraje.


Un personaje principal encarnado con solvencia y convicción por una portentosa Carla Gugino, que ayuda a la credibilidad de lo que vemos en pantalla, por muy rocambolesco e insano que nos parezca. Suyo es buena parte del mérito de que “El juego de Gerald” funcione tan bien. Ella y el hecho de que es mejor no acercarse al film esperando encontrarse con un mero ejercicio de suspense. Hay mucho donde rascar en el relato, y la disección que propone Flanagan está a otro nivel. El de la parálisis emocional provocada por el miedo, que nos hace esposarnos a nosotros mismos. Un miedo que, en más de una ocasión, es más pequeño de lo que recordamos.

A favor: la solvencia de Carla Gugino ante la cámara, de Mike Flanagan tras ella, y del relato y el mensaje que cuenta
En contra: habrá quien acuda a ella esperando un mero ejercicio de suspense

Calificación ****
No se la pierda

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