Carne de telefilm
Gillian Flynn siempre
ha sido carne de telefilm. Es algo que podría constatar cualquiera que haya leído
alguna de sus novelas negras, en las que el feminismo, los giros absurdos y el
crimen se dan constantemente la mano. Y es una característica que subyacía de
la que hasta ahora era su primera adaptación a la gran pantalla, “Perdida”. Un
thriller con nervio que hacía del engaño su mejor baza argumental para mantener
al espectador menos avezado pegado a la butaca, pero cuya trama bien podría
rellenar la parrilla televisiva de cualquier cadena privada española un sábado
por la tarde.
Con “Dark Places
(Lugares oscuros)” volvemos a ser testigos de lo peor y lo mejor que una
adaptación de un relato de la autora podría ofrecernos. Las mismas trampas –flashbacks insertados sin que nadie los
relate, para liar al público- y agujeros de guión –demasiadas cosas ocurriendo “porque
sí”, como las mentiras de algunos personajes-, las mismas inconsistencias
argumentales de un universo policiaco tan personal que intercambia continuamente
la inverosimilitud por el ridículo, pero también un sentido del entretenimiento
que satisfará a los espectadores menos exigentes, los mismos que no piden
demasiado a las maniqueas páginas de sus libros.
Pero todo eso sin el
toque Fincher. Porque si algo hacía diferente a “Perdida” era el estilo de su
director, que insuflaba ritmo y alma a un producto que sin él habría caído en
el ostracismo. “Dark Places” se ve con la complacencia de no hacer trabajar
demasiado al cerebro, de tener los mismos personajes planos y los lugares
comunes de las películas para televisión. Le falta el montaje del director de “Zodiac”
y “El club de la lucha”, su habilidad para convertir lo imposible y previsible –el
final te lo puedes ver venir si estás atento a más de un flashback revelador- en plausible y cinematográficamente digerible,
la ecléctica música de Trent Reznor y Atticus Ross, y esa atmósfera tan
característica de sus películas.
En su lugar lo que
tenemos es a un Gilles Paquet-Brenner sin ninguna impronta personal, que hace
del zoom su rasgo más distintivo y agotador, y que se muestra incapaz de hacer
un film que interese más allá de conocer la verdad que se encierra tras el
misterio. Una película simple que ni su protagonista principal, una destacable
aunque nada sorprendente Charlize Theron, consigue elevar por encima de la
categoría de telefilm. Fácil de ver y de olvidar.
A
favor: Charlize Theron, y que se ve con comodidad para
desentrañar el misterio
En
contra: no pasa de ser un telefilm
Calificación *1/2
No merece mucho la pena
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