El gran maestro de la farsa
“Parte de esto
realmente sucedió”. Así, como una gran farsa cinematográfica, se presenta “American
Hustle”, una historia sobre la estafa de una estafa de otra estafa, basada
supuestamente en la operación Abscam, un ambicioso engaño que nació para cazar
a falsificadores, que continuó siendo utilizado como excusa para apresar a
políticos corruptos, y finalmente fue destinado a meter entre rejas a la mafia siciliana
instalada en Nueva Jersey.
Una trama como esta no
podía ser plasmada por otro cineasta que no fuera David O. Russell, un artista
a la hora de retratar la farsa moderna, entendida ésta como una obra de teatro
burlesca basada en el enredo que busca principalmente el entretenimiento del
espectador. Con esa frase inicial, el director se desmarca de cualquier atisbo
de fidelidad a los hechos originales y teje su propio engaño, una comedia
nerviosa, muy fiel a su estilo, en la que los diálogos vuelan a velocidad de vértigo,
incluso más rápido que la forma de contar historia.
Todo en ella es tan
falso como el pelo de Christian Bale y Bradley Cooper. Pero falso en el buen
sentido de la palabra. Tras esta historia de mujeres dominantes y manipuladoras
y de truhanes y vividores se esconde la esencia misma del sueño americano, la
búsqueda de una vida mejor, repleta de lujos, riqueza y reconocimiento. Todos
sus personajes, a excepción quizá de ese paladín de la honestidad que es Jeremy
Renner, están convencidos de merecer algo mejor que la vida que llevan, e
intentan aparentar lo que no son en realidad.
O. Russell estructura
así la persecución del sueño americano en forma de una descomunal pantomima, y
su nueva propuesta sólo puede ser disfrutada si se entra de lleno en su juego
de falsedades y en la hipocresía de la que hace uso y abuso hasta mofarse por
completo. Todo en ella es falso, y exagerado. Su primera media hora es una
prueba de fuego. Si superas los excesos de montaje a lo Scorsese y el vaivén de
diálogos en el que apenas hay descanso para presentar personajes, has caído en
su influjo. Si lo consigues, has sido embaucado por O. Russell y su troupe de timadores.
“American Hustle” es, a
la vez, su película mejor conseguida, la que podríamos decir que se acerca más
a lo que es un film redondo. Cuenta con intérpretes sólidos –a destacar ese
torbellino que es Jennifer Lawrence, y la escena en la que entona el “Live and
Let Die” como grito de guerra repleto de alma-, un guión ágil y divertido, un
montaje excéntrico que no da lugar al descanso, y una ambientación setentera
realmente conseguida, a nivel de vestuario, caracterización, banda sonora y
fotografía. Una cinta destinada a ganar premios por doquier –tiene ese tufillo
a film de Oscar que tanto puede llegar a irritar a más de uno- que gusta en
función de cuánto te dejes engañar por ese gran maestro de la farsa llamado
David O. Russell. Porque lo es, aunque a algunos les cueste admitirlo.
A
favor: la ambientación, los actores, el montaje… y que si
te dejas embaucar por ella, te lo pasas muy bien
En
contra: el odio que genera en algunos su director
Calificación ****
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