viernes, 3 de marzo de 2017

LA CRÍTICA. Capturar

Copulando con la vida
Fernando Merinero siempre ha jugado con la metaficción, con radiografiarse a través de sus personajes en sus obras, exponiéndose física o psíquicamente ante la cámara, mientras se divierte tras ella. Y siempre ha cumplido la misión de recordar al espectador el hecho de que se encuentra ante una obra de ficción, aunque todo parezca de lo más real.

En “Capturar”, el cineasta traspasa hasta el extremo la línea que separa el mundo real del inventado. Todo en ella es ficticio, pero parece muy real. O todo es real, pero parece de lo más ficticio. Es la carta que juega Merinero, y lo hace bien. Tan bien que cuesta saber cuándo su reparto, compuesto por actrices, novias, familiares y amigos del propio director, está interpretando, o si las reacciones que vemos ante la cámara son naturales.

Pero sobre todo, este falso documental –o no tan falso, según cómo se mire- bañado de comedia es, como bien rezan sus créditos iniciales, una selfie cinematográfica. Pero lejos de caer en el ombliguismo, que es como algunos podrían entender el concepto, lo que propone es un vital viaje a su pasado, presente y futuro, a su carrera, sus películas, su manera de ver la vida y, por supuesto, a las mujeres que han compuesto su existencia, haciendo partícipe al respetable en todo momento. Es un acto de amor hacia todo lo que retrata durante su metraje. Y más que de amor, de copulación. Merinero copula no sólo con sus personajes o con el espectador, con el que juega a la confusión constante, sino también abiertamente con su propia vida, marcada por los amores pasados y los de ahora.


Y es lo que mejor desprende el film. Vitalidad en cada fotograma. Espontaneidad y eso que llaman cinema verité. Un personal y transferible Gran Hermano, un experimento sociológico con el que su equipo parece divertirse, haciendo partícipe al público del juego. Es lo bueno de la metaficción, que nos hace participantes de la experiencia. Y de la copulación hecha cine, a la que Merinero nos invita, como diríamos los canarios, sin vergüenza maldita.


A favor: lo bien que juega a confundir realidad y ficción
En contra: que algunos puedan confundir erróneamente el concepto de selfie cinematográfica con el de ombliguismo

Calificación ***1/2
Merece mucho la pena

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