lunes, 11 de enero de 2016

LA CRÍTICA. Steve Jobs

El hombre tras la cortina
Genio, visionario, innovador, profeta… Pero también egocéntrico, déspota, manipulador. Muchas veces, son las mentes que reúnen los mejores y los peores apelativos las que hacen girar el mundo con cada decisión que toman.  Steve Jobs era una de esas mentes. Como Alan Turing, Pablo Picasso, o el mismísimo Dios. Jobs se permitía compararse con todos ellos. Porque al fin y al cabo, todos compartían una característica: es indiferente cuán despreciables fueran en la intimidad, pues su repercusión para la historia fue tal que millones de personas seguirían adorándoles a pesar de ello.

Esta película es un retrato del hombre tras la imagen pública. Del padre egoísta, del ególatra que nunca reconocía cuándo se equivocaba, del rey en su torre de marfil, convencido de ser el ombligo del mundo. Un retrato expuesto de una manera poco explotada por los biopics de nuestros días. Se agradece que no cuente la niñez, el ascenso y la caída del mito. En su lugar, escoge tres momentos de su vida, el lanzamiento de tres de sus productos estrella, y hace desfilar ante él a amigos, ayudantes y familiares antes de salir a escena a presentar sus creaciones.


Danny Boyle deja aparcados sus excesos cinematográficos para darnos el que es, sin lugar a dudas, el trabajo menos personal de toda su carrera. Sólo intuimos su mano para el montaje y la narración en las transiciones temporales y en alguna que otra selección musical. Pero lo hace por una razón lógica. El cineasta británico prefiere dejar respirar a los actores, y especialmente a un Michael Fassbender que no se preocupa por imitar a su personaje, pero que aún así borda su interpretación, excelentemente secundado por Kate Winslet y Jeff Daniels, entre otros.

Pero sobre todo, Boyle sabe que en este film lo que impera es el guión. A Aaron Sorkin le bastan tres segmentos para psicoanalizar a su protagonista, en uno de los libretos más brillantes de los últimos tiempos. Cada frase en manos del responsable del guión de “La red social” o la televisiva “El Ala Oeste de la Casa Blanca” es oro puro, y el director sabe que cada línea de diálogo debe hablar por sí sola, sin artificios ni alardes de montaje.


“Steve Jobs” es, en resumen, más obra de Sorkin que de Boyle. Habrá quien critique esto último, por ser un vehículo para el lucimiento del guionista y de Fassbender, en el que el director asoma tímidamente la cabeza de vez en cuando. Habrá quien la tilde de lenta. De hecho, no es una cinta pensada para aquellos que se duerman con largas escenas de diálogos sin cesar. Más de uno preferirá incluso otro estilo de biopic, y no la estructura episódica que nos propone. Pero al final resulta muy superior a aquel telefilm de hace unos años cuyo único reclamo era el parecido físico entre Ashton Kutcher y el hombre tras la cortina.

A favor: Michael Fassbender, el guión de Aaron Sorkin y su estructura
En contra: habrá a quien le sature tanto diálogo; Danny Boyle al servicio del guión

Calificación ****
No se la pierda 

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