La caída de los dioses
Si algo destacaba en la
filmografía de David Bruckner hasta ahora era su condición de segundo –incluso
tercero- al mando, de ser el responsable de los segmentos más potentes de todas
las antologías de género en las que ha participado. Y poco a poco, se ha ido
haciendo gracias a ello un hueco en la industria como un nombre a seguir.
Curiosamente, este film
podría ser la consecuencia de uno de sus trabajos más famosos, el “Amateur
Night” de “V/H/S”. Es como si se centrase en la figura de ese grupo de amigos
en lugar del de su depredadora, como si les diera una segunda oportunidad
aquella fatídica noche, para luego volver a impartir su particular justicia
divina.
Sendos trabajos vienen
a tratar el mismo tema. La deconstrucción de la idealizada figura del macho de
turno, del gallito que todos creemos llevar dentro, de ese palomo que saca
pecho ante sus amigos pero que a la hora de la verdad se descubre como un
auténtico cobarde. Pero más atractivo incluso que ese mensaje de trasfondo,
“El Ritual” lleva más allá esta imagen que teníamos de Bruckner como cineasta,
acabando por confirmarle como uno de los más estimulantes realizadores que ha
dado el terror en los últimos años. Ya en solitario, cambia el cruce de caminos
argumental por una única historia planteada de manera coral, por ese grupo de
amigos que recorren a pie un bosque como forma de catarsis para esa generación en
plena crisis de los 30.
Y lo hace con temple,
impregnando de una atmósfera sólida un relato que, en esencia, ya hemos visto
antes. Una especie de “Blair Witch” pero bien hecha, con un reparto
sobresaliente –formidable la camaradería que desprende el cuarteto
protagonista-, historia simple y bien encarrilada y una amenaza
inteligentemente oculta que deja momentos tan escalofriantes como esa enorme
mano confundiéndose entre los árboles.
Se la puede acusar de
cierta previsibilidad, de no partir de un concepto excesivamente original. Lo
que no se puede negar es que Bruckner ha conseguido con creces su doble
objetivo. Por un lado, demostrar que tiene algo que contar como director y que
sabe cómo hacerlo, que merece un hueco en el terror y fantástico por derecho
propio. Y por el otro, que los mitos están para romperlos. Que nuestros propios
dioses sangran, sufren, y que al fin y al cabo, son tan humanos como nosotros.
Y que como tales, también ellos pueden caer.
A
favor: la sencillez pero efectividad de su atmosférica
propuesta
En
contra: algunos la acusarán de cierta previsibilidad y
escasa originalidad
Calificación ****
No se la pierda
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