viernes, 22 de diciembre de 2017

LA CRÍTICA. Bright

Cuentos del gueto
Quizá lo más destacable de esta última etapa en la filmografía de David Ayer, la más comercial de toda su carrera, sea lo bien que ha adaptado el estadounidense sus relatos urbanos al cine mainstream. Ya fuera en formato bélico, llevando un cómic a la gran pantalla con más o menos fortuna, o en el caso que nos ocupa, un cuento del gueto donde coexisten humanos, hadas, elfos, orcos y demás criaturas fantásticas.

“Bright”, si de algo puede presumir, es de ser cien por cien de su director. Para bien o para mal. Ayer no se deja seducir por la parte fantástica y mágica de su cuento, y de nuevo hace imperar las balas, la sangre y la violencia sobre los hechizos. Y en ese sentido, no sabría decir si es el cineasta el que se adapta al cine comercial, o es que logra adaptar los cánones del blockbuster a su urbana manera de entender esto del séptimo arte.

Sea como fuere, podríamos estar ante la cinta más libre de ataduras del responsable de “Sabotaje”. Y en eso se nota que, pese a tener alma de blockbuster, tras “Bright” está Netflix. No evidenciamos aquí los tijeretazos ni imposiciones a las que se vio sometido con “Suicide Squad”, lo cual la haría de entrada posicionarse por encima de la fallida película de DC. Pero eso no significa que la libre de defectos. Porque lo que no consigue conciliar de manera consistente este trabajo es el tipo de thriller de acción típico del cine de Ayer con los chascarrillos de su estrella, un Will Smith que interpreta por enésima vez el personaje de agente al margen de todo embrollo social, que acaba implicado sin quererlo en una causa mayor que pondrá a prueba su tolerancia.


Pero más allá de eso, su gran problema es que esto ya lo hemos visto antes. Concretamente, en algún film anterior de Ayer como “Sin tregua”. Es como coger la cinta protagonizada por Jake Gyllenhaal y Michael Peña y añadirle un poco de “Alien Nation”, pero en clave Tolkien. Y su desarrollo no es que mejore el conjunto. En qué deriva la historia es de lo más convencional y tópico, de lo más predecible, y ni el buen hacer de un monstruo de la interpretación como Joel Edgerton –da igual que lleve una formidable capa de maquillaje, lo sigue bordando- puede tapar esto.


Pero así y todo, “Bright” no deja de ser un entretenimiento. Uno que cumple precisamente con ese cometido, ser un divertimento pasajero que no pasará por ser lo mejor de su director. Dudo que lo pretenda. Ni que pretenda contener ningún tipo de crítica social en forma de distopía racial. A Ayer le vale con hacer un producto que cumpla con los mandamientos del cine comercial, sin ir más allá. Pasándolo por su filtro, eso sí. Lo demás, lo que pueda desprenderse de ella, está de más. Las varitas mágicas no existen. Lo que quedan son los tiros y las explosiones. A la mierda la magia.

A favor: Joel Edgerton, y David Ayer llevando a su terreno la historia
En contra: esto ya lo hemos visto antes

Calificación ***
Merece la pena

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