En el fin del mundo
El cine de terror, como
los fantasmas de Guillermo del Toro en “El espinazo del diablo”, es un evento
condenado a repetirse una y otra vez, a reformular viejas constantes y clichés
en una mezcolanza que puede hacer parecer a las nuevas propuestas originales y
rompedoras.
Esta constante
universal cinematográfica, aceptada y digerida por los fans del género como
imprescindible y casi inevitable, no es nada en comparación con la tendencia
actual de vender los productos como algo que no son. Filmes como “Get Out”, “The
Witch” o “Babadook” son buena prueba de ello, de títulos promocionados como
novedosos y transgresores, pero además como cine de terror más convencional,
algo que desde luego no constituyen. El que se acerca a ellas como el que se
aproxima a “The Conjuring” comete un grave error, para entendernos.
“Llega de noche”, segundo largo escrito y dirigido
por Trey Edward Shults, es quizá el caso más extremo de esta publicidad
peligrosa que nos hemos podido encontrar en los últimos tiempos. Porque si
bien, pese a quien le pese, los casos expuestos anteriormente corresponden al
cine de terror, por mucho que sus detractores aseguren que no debido a unas
falsas expectativas no cubiertas, en el que nos ocupa la línea que transita va
más enfocada hacia el drama y thriller rurales con leves tintes post
apocalípticos, muy en la línea de “Infected” o “The Road”.
Y es una lástima que
más de un espectador se sienta defraudado si se deja llevar por sus tráilers o
por lo que se comenta en las redes sobre ella, porque no podrá disfrutar del
tempo que el director imprime a la narración, entre tenso y pausado, de su uso
de los sonidos y la banda sonora para crear ambiente, de la atmósfera opresiva
que encierra un relato cuyo guión vale más por lo que no dice que por lo que
realmente cuenta, del inteligente uso de un sencillo recurso cinematográfico
que obliga a reflexionar sobre su desarrollo y en especial sobre su desenlace, y
de un reparto plenamente convincente en el que destacan ese todoterreno llamado
Joel Edgerton y el joven Kelvin Harrison Jr., auténtico motor de la trama.
Pero sobre todo, porque
no podrá disfrutar del verdadero leit
motiv de la película, que no es otro que ofrecer un retrato de esa especie
tan temerosa de lo desconocido, tan proclive a crear barreras ante lo que viene
de fuera. Ante todo aquello que no solamente llega de noche, sino que intenta
refugiarse y sobrevivir en el fin del mundo.
A
favor: su inteligente narrativa, su ambigüedad y su
discurso
En
contra: que haya quien se acerque a ella esperando un film
de terror convencional
Calificación ***1/2
Merece mucho la pena
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